Juan Carlos Sosa Azpúrua: De la misoginia y defensa de la pedofilia a la gordofobia

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El abogado y político opositor venezolano Juan Carlos Sosa Azpúrua sigue exhibiendo en redes una peligrosa postura discriminatoria, de irrespeto e incitación al odio. Esta vez usó su cuenta en Twitter, con más de 340 mil seguidores (de ahí la peligrosidad), para hacer mofa de la visita de cortesía que el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, recibió la noche de este martes en el Palacio de Miraflores, en Caracas. Se trató de su encuentro con el reconocido maestro de artes marciales y actor de cine Steven Seagal.

Con su ofensivo estilo rocambolesco, Sosa Azpúrua expresó que Seagal y su anfitrión, el Jefe de Estado bolivariano, tienen una «estética elefántica». Agregó que «sus traseros de vacas esteroideas y papadas trigonométricas desfilan por Miraflores dejando una estela de aromas letrínicos que atrofian los sentidos». 

No conforme con el primer mensaje insultante, añadió otros más de incitación al odio como quien tiene una obsesión fatal contra alguien. En ellos deja al descubierto una especie de gordofobia o sesgo que le lleva a discriminar personas percibidas con sobrepeso. Es así como habla de «manteca Maduro-Seagal» con la que se «puede producir un chocolate premium».

¡Gordura no, pedofilia SÍ!

Este abogado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) es el mismo que escribió el pasado 6 de junio de 2020 que «a los 14 años NO eres niña. De hecho, en el judaísmo ya se es formalmente mujer. Esas muchachas sabían lo que hacían y metieron a sus hermanas en el juego (…) Epstein fue un depravado pero esas mujeres no son inocentes». Esto a propósito de los escandalosos casos de abuso sexual y pedofilia comandados por Jeffrey Epstein, el magnate estadounidense amigo de Donald Trump cuyos secretos fueron revelados a mediados de año pasado por el grupo internacional de ciberactivistas Anonymous. Epstein garantizaba, para actividades sexuales, menores de edad por encargo al mundo de la farándula, el campo de la política y cualquier otro sector que así lo requiriera.

Pero para Sosa Azpúrua todo es cuestión de «libertad de expresión». ¿Hasta dónde llega la libertad de expresión? ¿Acaso es un derecho que se configura como carta blanca para agredir a diestra y siniestra? O, volviendo al punto inicial, ¿Qué ocurriría en otros países como Estados Unidos o España si equis ciudadano (a) se refiriera en esos términos a Presidente de la nación?. O mejor: ¿Qué pasaría si esos dardos fueran contra él o su familia?.

¿Misoginia?: ¡De sobra!

A juzgar por los mensajes precedentes, no habría de extrañar que a ese perfil se sumara una asqueante conducta misógina. Y es que el también escritor es el mismo que, dos años antes, ofendió a las mujeres venezolanas cuando escribió la perla del tipo siguiente:

«Aromas letrínicos» expiden para los más estas publicaciones de un eterno derrotado por el chavismo. Parece que el fracaso político no le ha dejado más opción que destilar su odio y delirio obsesivo; incluso hacer gala de una posible enfermedad mental.

 

 


 

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