El jefe mundial de los Jesuitas es venezolano, y además de llevar los asuntos de Dios, muchas veces dice cosas de los asuntos de la tierra que causan polémica. Se llama Arturo Sosa, y a pesar de su cara de sabio sosegado por las reflexiones espirituales, le gusta probar de las agitaciones de la política.
Una de sus últimas expresiones que han causado polémica fue la que dijo en una entrevista en la que expuso su criterio de: «Venezuela es una dictadura y el Presidente Maduro es la cabeza de ese régimen».
Este domingo el mandatario contestó al cura pero sin mencionarlo; y dijo que pronto publicará una carta para contestarles a esos “demonios con sotana”.
“Voy a sacar una carta muy contundente respondiendo los ataques sucios y demoníacos de alguna gente”, dijo el mandatario.
Pero no hizo falta que lo mencionara para que todos supieran que se refería a Arturo Sosa, el Papa Negro de los Jesuitas, el jerarca perpetuo de una congregación religiosa que acusa de tirano al presidente Maduro, quien ha sido electo en varios comicios.
Unos tiritos para la oposición
El jefe religioso no solo se reservó sus palabras más duras contra el mandatario nacional; pues también dejó sus críticas hacia la oposición, a la que acusó de haber desperdiciado ocasiones excepcionales para tener un mejor futuro que el de ahora.
“Pienso por ejemplo en las elecciones parlamentarias del 2015 y ésta pasada, en la que no se presentó la oposición; dos oportunidades en las que se pudo haber hecho otra cosa, políticamente más eficaz, aunque no se ganaran las elecciones en términos de mayoría absoluta. Pero se perdió la ocasión de ratificar que esa es la vía. Porque uno no va a las elecciones solamente cuando gana, uno va a las elecciones porque es un espacio en el cual hay la posibilidad, entre otras cosas, de conectarse con la población, de hacer propuestas, de poner claro cuáles son las fuerzas que están en juego, y ahí se perdieron esas oportunidades. Y se han perdido también oportunidades de negociación», dijo el jefe mundial de los Jesuitas.
Sosa señaló que en la Oposición hay una absoluta “falta de claridad” y al mismo tiempo una fragmentación que la ha hecho perder grandes oportunidades.
Ante tanta eficacia para hacer lo que no se debe, de dilapidar las mejores opciones y de fracasar tan eficazmente, dijo que toda esa actuación no parece una cadena de derrotas signadas por la mala suerte sino la tarea de una clase política que se ha propuesto perder de acuerdo a una “orden de operaciones”.
