Estados Unidos reveló este viernes un informe de inteligencia que confirma la sospecha de que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, habría ordenado matar al periodista Jamal Khashoggi en 2018.
Washington desclasificó este informe, y como sucede en estos casos, solo difunden versiones parciales, mientras que otros detalles se los reservan con los sólidos tachones negros de un secreto permanente.
Los analistas de inteligencia de EE.UU. sugieren que dada la influencia del heredero saudí, era altamente improbable que una operación semejante no se hiciera con su autorización.
El país árabe rechazó esta conclusión, calificando el informe estadounidense como una “evaluación negativa, falsa e inexacta”.
Khashoggi fue asesinado en 2018 al interior del consulado saudí en Estambul. Los informes de la época reseñan que el periodista murió estrangulado y su cuerpo desmembrado.
Este caso puso en tensión a Washington y Riad en su momento, pero todo parece que el tamaño de los intereses comunes se sobrepuso sobre el asesinato del periodista disidente con la monarquía de su país.
Ahora el panorama es distinto y sugiere un cambio inesperado en una relación histórica y vital en Medio Oriente. El presidente Joe Biden declaró este viernes que habló con el Rey saudita y le dijo que “le hará responsable de abuso a los derechos humanos”, lo cual plantea “cambios significativos” en las relaciones bilaterales.
El resto de los detalles de este cambio de espíritu en la diplomacia se conocerán este lunes.
Cambiaron las cosas
Mientras tanto el jefe del Departamento de Estado, Anthony Blinken, confirmó que EE.UU. impondrá sanciones a 76 personas presuntamente involucradas en el asesinato de Khashoggi. Pero al mismo tiempo aclaró que entre esa lista de sancionados no figura el presunto responsable del crimen, el príncipe Bin Salman.
En medio de esta dinámica inesperada de tensión entre EE.UU. y Arabia Saudí, Washington enarbola una nueva doctrina que parece un desprecio a la inteligencia de los demás. Blinken dijo que “Hemos dejado claro que las amenazas extraterritoriales y los ataques de Arabia Saudita contra activistas, disidentes y periodistas tienen que terminar. No van a ser tolerados por Estados Unidos”, una posición que pudiera ser creíble si el mundo no supiera que el año pasado EE.UU. ordenó el asesinato del general iraní Soleimani en Irak, dejando colgada la sospecha de que los ataques extraterritoriales son un crimen exclusivo que solo puede ejercer La Casa Blanca.
