Por: Rafael Sosa Varguilla.
La lucha imperialista por adueñarse de los recursos naturales y estratégicos en América Latina ha sido instrumentalizada desde ciertos gobiernos a través de empresas transnacionales direccionada por el pentágono o centro del poder capitalista mundial donde confluyen los más grandes asesinos letales de los pueblos y su medio ambiente.
En este sentido, el comportamiento de Odebrecht, consorcio o empresa trasnacional fue una estrategia más del imperialismo estadounidense para obtener jugosos contratos en divisas en la región latinoamericana, al tiempo que penetraban las administraciones gubernamentales e inducían a la corrupción mediante sobornos a presidente, ministros y grandes corporaciones que le permitiera involucrarlos en acciones delictuales como elemento necesario para que el imperialismo estadounidense a través de su sistema de justicia corrupto, inculpara a los altos funcionarios de gobiernos progresistas latinoamericanos, como parte de esa acostumbrada política injerencista en asuntos internos de los demás países.
Esta empresa transaccional actuó como instrumento del imperialismo en la región convirtiéndose en el gran monopolio constructor de América Latina, asumiendo como decimos en nuestra Venezuela bolivariana, un rol de todeda, al realizar construcciones o remodelaciones estructurales de plantas de energía, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, minería, petroquímica, plataformas de petróleo, gas, plantas nucleares, lo cual les generó miles de millones de dólares en ganancias y al tiempo que ejecutaba su principal mandato imperial de pagar sobornos súper millonarios a cambio de contratos fuera del marco legal para involucrar a políticos de alto nivel entre los que se mezclaron presidentes, parlamentarios, ministros en varios países de la región.
Una vez que implicaban a esos altos funcionarios, el gobierno de EEUU, quien siempre se ha vanagloriado de tener moral, empezó a presionar a los gobiernos neoliberales cipayos para que actuaran en contra del gobierno venezolano, llevándolos a crear el fenecido Grupo de Lima quien se encargaría de asediar desde la región con estrategias corrupta al presidente Venezolano, en otros países como consecuencia de la misma actuación de la trasnacional Odebrecht, construyeron casos para judicializar a expresidentes apartándolo del activismo político y así colocar sus candidatos preferidos apegados a los lineamientos imperiales, quienes le permitirían el saqueo de los recursos naturales.
De esta manera sumió en el caos político a muchos líderes, algunos llegaron a suicidarse como fue el caso de Alan García, otros debieron renunciar a la presidencia como Pedro Pablo Kuczynski allá mismo en Perú, y en el caso de Brasil se involucró al expresidente Lula Da Silva, apartándolo de la contienda electoral y abriendo paso para la llegada del hoy Presidente Jair Bolsonaro ligado a sus políticas neoliberales de explotación.
No queda dudas que son las empresas trasnacionales un verdadero instrumento de la política exterior estadounidense para el ataque y defenestración de los gobiernos en el mundo, simplemente por pensar de manera contraria a los intereses del pentágono, quien en salvaguarda de su poderío mundial descuida la felicidad de los pueblos al negarle las mínimas condiciones humanas de supervivencia.
RAFAEL SOSA VARGUILLA
@rafaeliginio