La rodilla del policía Dereck Chauvin sobre la garganta de George Floyd, hunde su tibia y peroné en la Francia imperial. El militar Nicolás Chauvin (de su apellido viene chovinismo) se jactaba de los africanos que asesinaba en la Argelia colonial. Ese racismo corrió por tal apellido hasta la mala noche de Minneapolis, cuando el agente Chauvin y tres más rastreaban en los pulmones sin oxígeno de Floyd un billete de 20 dólares. El dinero pasó a segundo plano y la escena la copó la rodilla de Chauvin, la misma que durante 130 años de colonialismo Francia estrujó en la garganta de niños, ancianos, mujeres y hombres argelinos, cuando la tortura era tan común al poder galo como degustar queso roquefort.
*P.S* : Que Floyd y su asesino hayan trabajado sin conocerse en la misma discoteca, no es más que otra mueca de la historia.