La política de las mal llamadas sanciones contra Venezuela ha sido tan agresiva, que dentro de los propios Estados Unidos existen sectores políticos, tanto demócratas como republicanos, que reconocen que se han cometido excesos.
«Hemos sancionado todo, salvo el oxígeno de Venezuela y el sol«, admite Juan Cruz, exasesor del gobierno de Donald Trump, para el hemisferio Occidental. Para este dirigente político ya queda muy poco por sancionar. También estima que comienza abrirse un espacio para reevaluar esta estrategia tan dura, dado los magros resultados alcanzados.
“Lo que sea que uno haga para reconsiderar es una oportunidad para comprometer al régimen en un intercambio de dar algo a cambio”, señaló el ex funcionario de la administración Trump.
No sirven para nada
En la otra acera el demócrata, Juan González, quien trabajó de cerca con Joe Biden, cuando era vicepresidente de Barack Obama, señaló que esta política sólo ha servido para incrementar el sufrimiento de los venezolanos.
Asimismo, González destaca que a lo largo de la historia contemporánea la estrategia de las sanciones ha demostrado ser tremendamente inefectiva.
“Nunca en la historia han funcionado. (…) Lo que necesitamos lograr es una forma de presionar (…) para que se vuelva a la mesa de negociaciones con la oposición, como iguales”, expresó.
Sin embargo, la administración Trump lejos de favorecer una vía de diálogo entre gobierno y oposición, va radicalizando cada vez más las formas de presión. En su obsesión contra Venezuela incluso ha abierto el espectro contra otros países, como al República islámica de Irán.
Los halcones de la Casa Blanca han sancionado a Irán y han desestimado unilateralmente el Acuerdo Nuclear suscrito por ese país. Además, pretenden que otros Estados como el Reino Unido, Francia y Alemania impongan sanciones contra la nación persa.
Halcones al acecho
En el caso específico de Venezuela, el gobierno republicano mantiene una estrategia de “máxima presión”. Con esta batería de bloqueos y persecuciones financieras pretende derrocar al gobierno constitucional del presidente venezolano, Nicolás Maduro. No obstante, nada de lo que han intentado ha dado algún resultado.
De acuerdo con lo asomado por González, un eventual triunfo de Biden en la contienda presidencial de noviembre, podría marcar un nuevo escenario en las relaciones binacionales de EE.UU. y Venezuela. El demócrata se presenta como la primera opción frente a la cuestionada e impopular gestión de Trump.
En tal sentido, aunque desde ya sostienen que no reconocerán las elecciones legislativas venezolanas del 6 de diciembre, los demócratas sí han dejado ver que flexibilizarían todo lo que se ha sancionado. Del mismo modo, han mencionado que aplicarían beneficios migratorios a venezolanos que se encuentran en suelo norteamericano.
Este tema se ha convertido en el centro del debate electoral entre Trump y Biden, especialmente en el estado de la Florida, clave por su tamaño y por la población mayoritaria de latinos.