Un día como hoy (9 de noviembre), pero hace 31 años cayó el Muro de Berlín. En su momento aquel emblemático acontecimiento anticipaba la inminente caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). También marcó el inicio del fin del prolongado período de guerra fría entre los EE.UU y la URSS.
Al quedar restablecido el paso entre los sectores que controlaban la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana, se produjo rápidamente el proceso de reunificación de Alemania. Igualmente, estos eventos propiciaron la reapertura de la denominada cortina de hierro entre Austria y Hungría.
La lectura de estos trascendentales eventos por los círculos académicos de entonces, dio pie a la pretendida universalización del paradigma ultra neoliberal. Una de las voces que cobró mayor relevancia por aquellos días, fue sin duda la del catedrático estadounidense de ascendencia asiática, Yoshihiro Francis Fukuyama.
¿Fin de la historia?
Con su tristemente célebre tesis del Fin de la historia, Fukuyama proponía un predominio del mercado, ya que las luchas ideológicas -según decía- habían terminado definitivamente. De esta manera, Fukuyama llevaba agua fresca al molino del neoliberalismo y las desregulaciones, que marcaron la pauta en la década de los 90.
Pero fueron esos turbulentos años 90 el tiempo de inicio de las grandes corridas financieras, con el efecto devastador de los capitales golondrinas. Tales movimientos causaron estragos en México y posteriormente en Brasil. También en los denominados tigres asiáticos que experimentaron crisis de enormes proporciones.
Entre sobresaltos y corridas llegó el siglo XXI y con él la crisis financiera mundial de 2008. Pero esta vez el epicentro no fueron las periferias, sino el propio corazón del poder financiero mundial (EE.UU. y Europa). La debacle de las burbujas financieras dejó demostrado que el gran capital mientras más facilidades y desregulaciones obtiene, mayor es la tentación de robar en cantidades astronómicas.
Las grandes desigualdades del mundo se han acrecentado en diversos aspectos. Ello ratifica que lejos de resolverse todas las incógnitas planteadas hace 31 años, predomina una gran incertidumbre. Que se acrecienta con la pandemia de covid-19. La caída del Muro de Berlín marcó el fin de una era, pero para nada ha significado el fin de la historia.
Hoy más que nunca los movimientos populares del mundo están llamados a jugar un rol estelar en la construcción de una nueva historia, una nueva dinámica mundial y nuevas prácticas sociales y medioambientales.