Guaidó rebelado: rechaza el consejo de la curia y se aferra al abstencionismo

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En una jugada totalmente suicida, desde el punto político, Juan Guaidó, se aferra al camino abstencionista. El presidente imaginario está rebelado contra el consejo de la curia venezolana. Por ello reitera su llamado a no participar en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre (6-D),  a las cuales nuevamente calificó de farsa, tal como dicta el guión norteamericano.

Guaidó ha sido seriamente cuestionado, incluso, por altos jerarcas políticos de los Estados Unidos. A ratos pareciera aferrarse al abstencionismo, como una forma de zafarse más o menos elegantemente de la mamarrachada política de su presidencia interina. Mandato que no inspira ninguna credibilidad ni en el seno de la propia oposición.

El diputado descreditado políticamente y fracasado en el plano conspirativo, acata la pauta de Washington en el tema de la no participación. Pero en su fuero interno sólo espera un as bajo manga de las mismas fuerzas desestabilizadoras que lo pusieron donde está. Y así lograr por medios violentos, lo que él ha sido completamente incapaz por la vía pacífica electoral.

Asilamiento y olvido

Entretanto, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) que, como dice el profesor, Earle herrera, es insospechable de progresismo, se decanta por la participación electoral. La alta jerarquía eclesiástica es consciente de que el camino abstencionista conducirá a la oposición indefectiblemente al aislamiento y al olvido.

La curia ha comparado el llamado a no participar con lo ocurrido en las elecciones parlamentarias de 2005. “El momento actual exige la participación plena y libre de todos los partidos y movimientos políticos”, ha dicho el organismo.

No obstante, Guaidó insiste en la “estrategia” de desacreditar al Consejo Nacional Electoral (CNE). Y ha salido del ostracismo con una nueva consigna, estructurada en forma de nuevo mantra. Ya no es: cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, como prometía hace más de un año. Ahora, el ritornelo que se tiene que aprender su gente es: elecciones libres, justas y verificables.

En el fondo, Guaidó sólo desea que la única farsa que termine pronto sea la de su gobierno imaginario. Más bien anhela poder disfrutar de su súbita riqueza en el exterior. O bien sentarse a esperar que surja un nuevo Gedeón y lo instale en el poder como por arte de magia. Dicen por ahí que deseos no empreñan. La historia así lo confirma.

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