Filosofía del Botín | Por: Luis Britto García

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Según relata el cirujano de los piratas Alexander Exmelin, San Pedro enfrenta  a dos filibusteros que reclaman entrada esgrimiendo sendas patentes de corso. El celeste portero grita: “¡Nave a la vista!”  “¿Cuál rumbo?” claman los aspirantes. “¡Suroeste cuarta al Este!”; responde el recepcionista. Y antes de que termine de decirlo ya zarpan los amigos de lo ajeno. Por repartirse despojos, se pierde el Paraíso.

2

  El fanático puritano Jacques Sore asalta Margarita, Borburata, Santa Marta. Mientras el exaltado reformador religioso incendia iglesias, desgarra misales y profana imágenes, su lugarteniente el renegado Diego Pérez se apropia objetos sagrados de valor y pertenencias de los saqueados. En Santa Marta abandona a su jefe con la esperanza de obtener el perdón del ladrón que roba al ladrón. En cuanto el justicia Francisco de Lerma lo  atrapa agobiado de obras de arte y galas ajenas, según Juan de Castellanos, “éste, por la traición y alevosía/ mandólo colgar luego de un madero/  aunque más cruel muerte merecía”. La firma con la que el pillo apropia lo ajeno se vuelve sello de infamia en su frente.

3

 El piromaníaco corsario Amyas Preston asalta Caracas, se desalienta ante los vecinos que lo esperan atrincherados en el Camino de los Españoles, y consigue que el traidor Villalpando le enseñe el atajo desviado por Caraballeda. En cuanto los pillos avistan la indefensa ciudad y Villalpando reclama su recompensa, Preston le pone una soga al cuello y, según Oviedo y Baños “lo dejó ahorcado de un árbol, para que supiese el mundo que aún han quedado saúcos en los montes para castigo digno del iscariotismo”.  No hay peor cuña que la del mismo pillo.

4

El fastuoso  sir Walter Ralegh  disculpa su ilegal invasión de  Guayana alegando su título de sir,  su elegancia, su  condición de ex favorito de la Reina, su moda de zapatos enjoyados de quinientas libras por unidad,  sus fórmulas alquímicas, su pierna coja, sus versos cojitrancos, sus relaciones entre las altas esferas.  Al verificar que no trae botín, el desinteresado Jacobo I manda que le corten la cabeza. Aunque el pirata se vista de seda, pirata se queda.

5

Nombrado por el Rey Sol lieutenant du Roi, el filibustero Francois Grammont leva anclas para una última correría de pillaje, y jamás se vuelve a saber de él.  La avaricia rompe el cofre.

6

El principista fraile Thomas Gage abandona a sus educadores jesuitas para meterse a dominico y abjura de los dominicos para convertirse al protestantismo, tras lo cual redacta un voluminoso libro exhortando a los ingleses a saquear un Nuevo Mundo que representa como enteramente indefenso y repleto de riquezas. Al leerlo, el Lord Protector Oliverio Cromwell lo designa capellán de una expedición de conquista de América que es derrotada en Santo Domingo y diezmada en Jamaica, donde el codicioso Thomas Gage muere de la peste. No hay que contar el botín antes de romper el arcón.

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El pirata y naturalista William Dampier calcula las porciones legales de reparto del pillaje de acuerdo con la  carta de marca que se ha jurado respetar mano sobre la Biblia y labios sobre la botella de ron. El desprejuiciado Alexander Selkirk exige pasar por encima de legalismos y echar garfio de una vez al botín. De acuerdo con los rigurosos estatutos del capitán Roberts, es abandonado durante cuatro años en la desierta isla de Juan Fernández con una pistola, una botella de pólvora y otra de agua, a fin de que aprenda que, por lo mismo que el pillaje se obtiene fuera de la ley, nada requiere más legalidad que su reparto. Mientras más dudoso el guiso, más escrupuloso  el formalismo.

8

Henry Morgan invita a los captores de la fragata Cerf Volant a un banquete, y disminuye el número de aspirantes al reparto de la nave capturada gracias a una misteriosa explosión que hace volar por los aires 350 captores junto con sus prisioneros. A fin de contentar a los sobrevivientes, les permite pescar a sus fragmentados colegas para arrancarles anillos, zarcillos, alhajas. Quien va por reparto, sale repartido.

9

Henry Morgan, primer y último filibustero que  exige la quinta parte del botín como si fuera un rey, arregla el problema de distribuir las prestaciones sociales del pillaje de Panamá robándoselas a sus compinches, como si fuera un dirigente sindical. Tras tal descrédito, no le queda más recurso que meterse a funcionario público en Jamaica.

10

El reverendo padre Labat, capellán de los filibusteros,  a los africanos secuestrados por los esclavistas les predica que si se matan trabajando se convertirán en blancos. El mismo había sido negro, les jura, y gracias a su intensivo trabajo se le había blanqueado todo, salvo el alma. La principal industria del poder es  cambiar el botín actual por el diferido.

11

Francis Drake reparte el pillaje de su correría alrededor del globo. Para los marinos, miserables pagas. Para él, título de sir. Para su cómplice la Reina Isabel I, una mordida que le permite pagar la deuda externa y es el comienzo de la inversión extranjera británica, o sea, del Imperio. A menor parte en la producción, mayor  tajada.

12

A cambio de un siglo de Oro España sufre tres centurias de decadencia. Cinco siglos de pillaje planetario rebajan a Inglaterra a sirviente de su antigua colonia, Estados Unidos. Con las riquezas que nos saquearon se hubiera podido construir un mundo nuevo, una utopía, un Paraíso Terrenal.  Pero lo que fuera un Imperio queda reducido a la ratería de robarle a Venezuela 31 toneladas de oro depositadas en el Bank of London, sin riesgo de abordaje ni amenaza de garfio y pata de palo.  Ya no necesitan correr riesgo de naufragio o mareo. Mediante los Infames Tratados contra la Doble Tributación y los Tratados de Promoción y Protección de Inversiones Extranjeras nosotros mismos les entregamos el oro y ponemos mansamente la cabeza en el tajo de sus tribunales para que nos la corten. El botín, única industria del estéril, esteriliza económica y culturalmente.

 

Luis Britto García


 

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