Si algo ha demostrado la pandemia de covid-19, es que se expande a un ritmo vertiginoso por todos aquellos lugares y regiones donde existen concentraciones de seres humanos. En el mundo globalizado de la actualidad, así como hay un flujo permanente de personas y mercancías por vía aérea, marítima y terrestre, asimismo el virus le ha dado varias vueltas al planeta y casi todos sus países.
En su carrera vertiginosa, la covid-19 se ha paseado de polo a polo. Desde China hasta Hawai, y desde Las Malvinas, hasta Dinamarca. Prácticamente no existe hoy ningún territorio donde no se hayan reportado casos de esta enfermedad altamente contagiosa.
Y, ciertamente, las cifras recabadas por la universidad John Hopkins revelan un panorama sencillamente impresionante. En cuestión de meses, el virus se ha esparcido por 188 países y regiones, casi la totalidad de las Estados registrados en el sistema de Naciones Unidas. La enfermedad, que apenas a inicios de marzo de este año no llegaba a los 100 mil casos en todo el mundo, a la fecha actual roza los 25 millones de personas y ha provocado ya cerca de 840 mil decesos.
Islas de fantasía
Sin embargo, ¿Existen países sin covid-19? La respuesta por increíble que parezca es que sí. Hay regiones realmente recónditas que por su ubicación geográfica tan apartada y las medidas de cierre de fronteras y puertos, se han mantenido como en una cápsula. Y mientras la humanidad padece los embates de la pandemia y sus consecuencias psicológicas, económicas y políticas, esas poblaciones se permiten llevar la vida en términos relativamente normales.
Es el caso de, por ejemplo, Palaos, Micronesia, Naurú, Kiribati, Islas Marshall, Tonga, Samoa, Tuvalú, Vanuatu y las islas Salomón. Todos estos países tienen en común que se trata de islas paradisíacas enclavadas en áreas apartadas del apacible Océano Pacífico. Son regiones donde las playas espectaculares de aguas cristalinas y frondosas palmeras, constituyen verdaderas islas de fantasía.
En estas naciones no se han reportado casos y en otras similares como las islas Fiji y las islas Marianas, por ejemplo, la cifra de casos es minúscula. Según la Universidad John Hopkins en islas Fiji hay sólo 28 contagiados y en las Marianas 56.
De acuerdo con los especialistas, la no existencia de casos o su mínima aparición, responde a una estrategia de cierre de fronteras (puertos y aeropuertos). No obstante, esto ha tenido un costo elevado desde el punto de vista económico. Ya que son regiones que viven fundamentalmente del turismo y al estar como encapsulados los ingresos se han venido a pique.
Economía lesionada
Por ejemplo, el Producto Interno Bruto de Vanuatu ha caído 9.8% desde marzo. Algo similar ha sucedido con Palaos (9.5%), islas Salomón (6%), islas Marshall (5.5%), y Samoa (5%). Se ha reportado que muchos hoteles han cerrado sus puertas, y los trabajadores han tenido que dedicarse a otras actividades, como hacer reparaciones y tareas de mantenimiento.
Para tratar de reactivar la economía, se está considerando abrirse nuevamente al turismo o incluso ofrecer en venta la nacionalidad, como una vía de obtención de ingresos. Así lo han hecho en Vanuatu cuya nacionalidad puede comprarse por 100 mil euros. Y cerca de 650 personas en lo que va de año han hecho esta transacción.
Sin tener las mismas características de ubicación geográfica, Venezuela nuestro país destaca como un ejemplo de adecuada gestión de la pandemia. Sobre todo porque en vez de estar en un lugar recóndito, se encuentra en una zona que opera como una especie de bisagra entre el Norte y el Sur de América. Somos la puerta del Sur y al mismo tiempo punto de paso hacia el Norte.
Estrategia venezolana
Pero además compartimos una vasta frontera con Colombia y Brasil, dos países completamente colapsados por la pandemia. De hecho, el gigante amazónico figura como el segundo epicentro de la covid-19 con cerca de 4 millones de contagios. Mientras que Colombia se ubica en el séptimo lugar con casi 600 mil pacientes positivos.
A pesar de todos esos factores de riesgo y del fenómeno inédito del éxodo en reversa, así como el problema de los trocheros, Venezuela mantiene cifras manejables. El país totaliza 43.879 casos, pero producto de una política de tratamiento temprano y aislamiento de los asintomáticos, hay 34.970 recuperados. Esto indica que los casos activos son 8.541.
La estrategia venezolana ha combinado los confinamientos y la disponibilidad del arsenal terapéutico, con un agresivo sistema masivo de pruebas. Esto ha favorecido la aplicación temprana de los medicamentos y el corte de las cadenas de transmisión. A pesar de las “sanciones” económicas norteamericanas, hoy por hoy, Venezuela es uno de los países con más pruebas realizadas por millón de habitantes, con alrededor de 60 mil test.
Esta pandemia, nadie la esperaba. Pero nos ha obligado como humanidad a aprender sobre la marcha. El método venezolano ofrece modestos aportes: Evitar el negacionismo, concebir la salud como una necesidad humana y atacar temprano. En las islas paradisiacas el reto ha sido más bien: buscar alternativas para generar ingresos.