Existen referentes teóricos en el campo de la psicología social que tratan sobre los aspectos claves de los procesos de la toma de decisiones en el campo político y sobre las acciones que deben estar sustentadas por un razonamiento a través del cual se sopese las fortalezas y debilidades, que traen como consecuencia la materialización de una determinada decisión.
Estos enfoques teóricos también señalan que en la construcción de las posibles decisiones políticas siempre estarán presentes factores subjetivos que pertenecen a la emocionalidad (ejemplo: el ejercicio del voto) muy propia de los seres humanos, que nos caracterizamos por ser hermeneutas y sentipensantes.
Estas mismas perspectivas teóricas refieren los graves inconvenientes que presenta la toma de decisiones basadas en el odio político hacia un adversario, que por el análisis de la realidad política, sea ponderada con base en la conveniencia de una decisión que sea ajustada a un cuadro estratégico de escenarios posibles, principalmente desde la racionalidad política.
El ejemplo más concreto en Venezuela sobre las nefastas decisiones políticas tomadas, casi exclusivamente desde el odio político, son las realizadas por los sectores opositores que se sienten muy orgullosos de ser “los más radicales extremistas antichavistas”, por lo tanto, actúan con una actitud negacionista y confrontacional en contra del Gobierno.
Es importante mencionar solo algunas de las expresiones políticas más emblemáticas por su gran carga de odio y que se convertían en una especie de grito de guerra o de supuestos mantras, tales como: “¡Con mis hijos no te metas!” “¡Que se vaya de retro, el presidente es comunista!” “¡Vete ya!” “¡Quédate en Cuba y no regreses!” “¡Vota nulo, que viva la abstención!” “¡Venezuela, participa en las guarimbas y te harás libre!” “¡Hay que salir a matar chavistas!” “¡Hasta el final!” “¡Esto se acabó!”.
La diferencia política, cuando hay tanto odio, es que mientras el país se está preparando en este 2025 para participar en una cantidad de procesos electorales, incluyendo una reforma constitucional, el extremismo solo piensa en guerra civil, intervención militar extranjera y en golpe de Estado.
Oscar Bravo
ÚN.
