El Salvador: entre los discursos de odio y la negación del pasado

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Este domingo 28 de febrero se realizan las elecciones municipales y legislativas en El Salvador, compartimos este artículo publicado en el portal del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica.

La política entendida como amigo/enemigo es el núcleo discursivo de Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Fueron los constantes llamados a la alteridad profunda y la noción de “los mismos de siempre” los que llevaron al exintegrante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) a la Presidencia. Nayib en el Ejecutivo ha buscado constantes conflictos con los otros poderes, afectando los ya de por sí débiles cimientos democráticos del país centroamericano. Estos conflictos se han gestionado en abierta cacería de todo aquello que le critique y le señale.

Así, hoy por hoy los enemigos de Bukele se materializan en el FMLN, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), funcionarios (as), periodistas, medios de comunicación e incluso víctimas de la Guerra Civil. La contienda electoral del 2021 llega, así, marcada por las incitaciones de odio a la diferencia por parte de Bukele, una tensión que ha derivado -de momento- en el asesinato de dos militantes del FMLN y dado inicio a lo que parece ser una nueva etapa de violencia política en El Salvador. Aún así, Nuevas Ideas, el partido de Bukele, se perfila vencedor de los comicios locales y legislativos a celebrarse el próximo 28 de febrero.

El conflicto: cuando los discursos de odio matan

Dos efelemenistas fueron asesinados en la tarde del domingo 30 de enero,[i] justo cuando regresaban del lanzamiento oficial de Rogelio Canales como candidato a la alcaldía capitalina por el FMLN. El ataque fue perpetrado por Diego Alvarado, policía de la División de Protección a Personalidades Importantes (PPI) en complicidad de Héctor Castaneda, motorista, y Carlos Coto vigilante de seguridad privada. Todos asignados a la cartera del Ministerio de Salud, a cargo de Francisco Alabí, uno de los jerarcas más cercanos a Bukele y denunciado por distintos casos de corrupción durante la pandemia del Covid-19.[ii]

Alvarado, luego de insultar y perseguir a los pasajeros del vehículo identificado con el FMLN, interrumpió su paso, se bajó del carro asignado al Ministerio de Salud y disparó directamente a la propaganda a favor de Canales. Según las investigaciones de la Fiscalía, el policía disparó en seis ocasiones distintas asesinando a dos e hiriendo a tres personas más.[iii] Este acto fue ampliamente repudiado por distintos sectores: desde el FMLN hasta ARENA y la Asociación Nacional de Empresa Privada (ANEP), así como otras organizaciones políticas nacionales e internacionales. Ha sido catalogado como un crimen político y de odio. Por su parte, a los minutos del incidente, Nayib Bukele insinuó vía Twitter que se trataba de un autoatentado del FMLN:

Las condolencias nunca llegaron por parte del presidente ni de sus funcionarios más allegados. Bukele nuevamente hizo del dolor y la violencia campaña electoral. Este clima se asemeja al de la campaña que lo llevó al Ejecutivo, una estrategia profundizada en su gestión y que se explicita en múltiples ejemplos:

  1. El desprecio por el bipartidismo (FMLN-ARENA), que fue la clave de su campaña electoral. Con nociones como “Los mismos de siempre” y slogans “El dinero alcanza cuando nadie lo roba” Bukele sembró en su imagen la idea de algo diferente, nuevo y necesario para El Salvador. Mientras que los mismos de siempre eran los culpables de todo los problemas del país, él es el salvador, el mesías.
  2. Durante el discurso en el que reconocía la victoria electoral, Bukele dijo pasar la página de la “era de la posguerra” y construir el camino para las “nuevas ideas”[iv]. Este señalamiento fue la antesala de una estrategia de comunicación basada en la negación de la Guerra Civil y, a la vez, el emprendimiento de otra.
  3. A días en el Ejecutivo, Nayib Bukele inició una cacería de personas funcionarias afines al FMLN. A través de Twitter despidió a un importante número de funcionarios (as), alegando corrupción y negligencias en su nombramiento.
  4. En septiembre del 2019 no permitió la entrada de periodistas de El Faro y la Revista Factum a la conferencia de prensa en la que se presentaría a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES). Este hecho se convertiría en el inicio de una gestión marcada por la opacidad y que persigue a los medios de comunicación independientes y alternativos. El periodismo “incómodo” es uno de los enemigos más importantes de Bukele: para el 4 febrero del 2021 la CIDH emitió medidas cautelares a todo el equipo de El Faro.[v]
  5. El 9 de febrero (9F) del 2020 Bukele irrumpió la Asamblea Legislativa con un despliegue militar, como medida de presión para que los y las diputadas aprobaran el préstamo internacional que financiaría la Fase III del Plan de Control Territorial.
  6. Con la declaración del Covid-19 como pandemia, Bukele sin ningún caso positivo en territorio salvadoreño, declaró el Estado de Excepción -matizado por el Congreso-, restringió el tránsito y el derecho de reunión, ordenó el cierre total de fronteras, estableció cuarentena obligatoria -a cargo de la Policía Nacional Civil (PNC) y el Ejército- y puso todas las carteras a disposición del Ministerio de Salud. Con estas disposiciones iniciaría un peligroso conflicto del Ejecutivo contra el Congreso, el Poder Judicial y organizaciones defensoras de Derechos Humanos quienes, al denunciar e intentar por entorpecer el autoritarismo presente en las disposiciones de Bukele contra el Covid-19, serían catalogadas como enemigas e incluso genocidas.
  7. A dos meses de iniciada la cuarentena obligatoria, custodiada por la PNC y el Ejército, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDHH) denunció 900 casos de violaciones a los Derechos Humanos.
  8. Al cierre de su primer año de mandato Bukele, bajo la tormenta Amanda y frente a comunidades afectadas, arremetió contra los diputados y magistrados a quienes llamó “genocidas” por bloquear sus esfuerzos contra el Covid-19 y para contrarrestar los efectos de la tormenta Amanda. Estos “bloqueos” no fueron nada más que llamados de la Sala de lo Constitucional y el Congreso al apego a la ley, así como las distintas alertas sobre el autoritarismo del Ejecutivo.[vi] Esa misma noche, a nueve meses de las elecciones, Bukele se refirió a los comicios de febrero del 2021 y con ello, iniciaría la campaña electoral solapadamente.
  9. En octubre del 2020 la Sala de lo Constitucional declaró inconstitucional la irrupción militar de Bukele al Congreso el 9F. En ese mismo fallo, la Sala ordenó al Ministerio de Defensa, al Ejército, al director de la PNC y a la Policía apegarse a lo que les demanda la ley y alertó sobre las amenazas del hiperpresidencialismo.[vii]
  10. En el marco de la conmemoración de la masacre de El Mozote, Bukele arremetió y declaró que la guerra civil y los Acuerdos de Paz eran una farsa. Nuevamente, atacó a los “mismos de siempre” y les responsabilizó de las afecciones respecto al acceso a la justicia de las comunidades de El Mozote y alrededores.[viii] Todo mientras omitía que meses atrás negó el acceso a los archivos militares, se burló de las víctimas y no cumplió su promesa electoral.
  11. También en el marco de la conmemoración de la firma de los Acuerdos de Paz, el 16 de enero, Bukele volvió arremeter en contra de los mismos. Esta situación provocó denuncias en redes sociales por medio del hashtag #ProhibidoOlvidar, respecto a la memoria de la Guerra Civil.[ix]

Aunado a todas esas tensiones políticas, se suma el rol clave que juega la PNC y el Ejército en la Administración de Bukele. La PNC, a cargo de Mauricio Arriaza Chicas, se negó a llevar al ministro de Hacienda por apremio ante el Congreso para iniciar las investigaciones respecto a gastos irregulares en el marco de la emergencia del Covid-19.[x] También la PNC entorpeció el allanamiento de la Fiscalía al Ministerio de Salud y, en términos generales, funcionarios han denunciado el entorpecimiento judicial de la PNC.

Esas acciones le valieron a Arriaza Chicas para ser el primer funcionario de la Administración de Bukele en ser sometido a un proceso penal, del que se libró por fallas de procedimiento por parte del Congreso.[xi]

Esta tensión, entre la PNC -en obediencia a Bukele- y la Fiscalía ha resultado evidente en las investigaciones respecto a los asesinatos de los militantes del FMLN. La PNC presentó videos que luego fueron descartados por la Fiscalía e, incluso, fueron apresados dos militantes sobrevivientes del ataque. Para el cierre de este artículo, la Fiscalía apresó e inició la acusación fiscal por homicidio a Diego Alvarado y Roberto Coto. También fueron liberados del proceso los militantes sobrevivientes del ataque, en el tanto no hay prueba alguna que respalda la teoría sobre el enfrentamiento -sostenida por Bukele-.[xii]

Las denuncias sobre el discurso de odio pregonado por el Ejecutivo ha sido generalizado en la población salvadoreña. También ha sido muy clara la profunda polarización entre quienes apoyan al Gobierno y quienes no. Si bien los procesos electorales en El Salvador están marcados por la violencia de las maras -la MS-13 ha entrado en comunicación con el Gobierno de Bukele desde 2019- y el brazo represor estatal, en el 2021 hay una gran diferencia: ésta es abiertamente incitada por el Ejecutivo[xiii], como demuestra la ausencia de Nuevas Ideas en el acuerdo político entre el FMLN, ARENA y el TSE que compromete a los partidos a no incitar a actos de violencia.

¿Nuevas ideas para El Salvador?

En medio de las tensiones políticas, Nuevas Ideas se consolida como fuerza electoral. Según el último trabajo de investigación del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), el 64 % de las personas encuestadas se inclina por Nuevas Ideas, mientras que el 6,5 % apoya al FMLN y el 4,9 % a ARENA.

La tendencia se extiende a las intenciones de voto por las alcaldías, donde el 44 % respaldó a Nuevas Ideas mientras que un 22 % no respondió, seguidos de un 10 % para ARENA y un 6,3 % para el FMLN.[xiv]

Cid Gallup confirma estas cifras. El Partido Nuevas Ideas obtendría 41 escaños, seguido por ARENA con una bancada de 10, GANA con 9 y el FMLN contaría con 2 diputaciones -además de 22 por designar al sistema de residuos-. El estudio que fue realizado en todo el territorio entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre también arrojó que cada 9 de 10 salvadoreños (as) aprueba la Administración de Bukele.[xv] Según el Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Privada Francisco Gavidia, (UFG) el 60 % votará por Nuevas Ideas para las alcaldías y un 64,7 % para el Congreso.

De resultar vencedor Nuevas Ideas, El Salvador se consolidaría como ejemplo trumpista en la región.

 

Artículo publicado en celag.org


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