El nuevo poder | Por: Roberto Hernández Montoya

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El nuevo poder | Por: Roberto Hernández Montoya

¡Qué difícil es gobernar obedeciendo! La misma fórmula suena a paradoja: O gobiernas u obedeces. ¿Qué hacer?

Bueno, tendremos que o inventar o errar, porque los resultados electorales lo demandan. OK, ganamos tan claramente que la Unión Europea no encontró cómo enchavar en triunfo, vale, pero perdimos más de 100 alcaldías y alguna que otra gobernación. Es un error peligroso el triunfalismo —pendejo como todo triunfalismo—, que de paso impulsa a seguir gobernando como mucha gente hasta ahora. O sea, como dice Nicolás, encerrándose en una cápsula de confort de adulantes, camionetotas negras y el litúrgico aire acondicionado.

De toda la vida humana el poder fue eso: los reyes y las reinas bajaban de los Cielos. No sé cómo es la legalidad de las monarquías europeas y del Medio Oriente, pero no deben andar lejos del derecho divino. Porque ¿qué otro argumento sostiene la pompa y circunstancia de Isabel II y de Felipe VI?

Hubo una Revolución Francesa, hubo guillotina, pero la monarquía se nos quedó como meme, como paradigma, como estructura mental, como gen simbólico, que fue como Richard Dawkins definió el concepto de meme, que luego se volvió chacota de redes.

Pero ¿Cómo superar ese meme del poder, tan arraigado en la naturaleza humana? ¿Cómo evitar que quien gobierna se sienta monarca a escala si todo promueve eso, cuando no corromperse bien rico como Juan Carlos I de España? Cristo, el rey de reyes, dicen que dijo, para voltear la tortilla, revolucionario que era: “No vine a ser servido sino a servir” y ahí están los prelados en sus palacios, porque es una máquina infernal que funciona sola. La dejas operar y te devora.

Y por debajo está la adulación colectiva, que tienta y seduce. Si el desaguisado no lo perpetra quien manda lo inflige la peligrosa corte de adulantes. La función está ahí y no importa quién la cumpla, no se trata de hallar culpables. Para evitar esa función hay que hacerle una resistencia heroica y declarársele en rebeldía. La gente percibe el desamor. ¿Cómo derrotar la microfísica del poder?

Una gran pregunta exige una gran respuesta, ojalá yo la tuviese. Solo tengo una intuición inspirada en Chávez y Maduro: gobernar al lado de la gente, que es la que sabe. ¿Hay otra respuesta?

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

Fuente: ÚN.


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