El mundo está a un paso del hito mortal de los 900 mil fallecidos por la pandemia. La cifra parece increíble pero lamentablemente es una realidad comprobable en los cementerios del mundo; que no estaban preparados para sepultar a tantos en tan poco tiempo.
Hasta antes del mediodía, el saldo de víctimas en el planeta superaba los 898 mil, y Estados Unidos es el primero con más de 193 mil muertos por el coronavirus. Mientras tanto Brasil sigue siendo segundo en este medidor mortal con más de 127 mil víctimas, el resultado dramático de una enfermedad que es más grave que una “gripecita”, como la llamó el presidente Jair Bolsonaro.
La India, que este fin de semana se metió en el segundo puesto de los contagios, es tercero en número de fallecidos, pero el panorama comparado respecto al tamaño de su población de más de 1.400 millones revela que la pandemia es todavía un problema menos grave, ya que la letalidad es de 58 por cada millón de personas.
Por su parte Bélgica, un país del ámbito desarrollado, es la nación en donde el covid-19 es más letal, ya que si bien cuentan más de 9.900 fallecidos, un número por demás lejísimo de los que tienen EE.UU., Brasil, India o Perú, lo convierten en el territorio en el que el coronavirus mata más con un índice de 961 fallecidos por cada millón de habitantes.
La letalidad en América Latina
En el segundo lugar de un podio indeseable está Perú con un letalidad de 956 víctimas por cada millón de personas en ese país. La pandemia ya ha matado a casi 30 mil de sus ciudadanos y la situación parece lejos de aplacarse en el corto tiempo. El hacinamiento de los sectores populares, el trabajo informal de la mayoría, así como el débil sistema de cobertura de salud se combinan en una fórmula que expone a ese país a un drama sanitario que los tiene contra la pared.
Sobre este panorama, el mundo está a un paso de reseñar en pocos días la magnitud de la tragedia del coronavirus con números redondos como el de 900 mil. Sobre este saldo el mundo científico apura los protocolos para dar con una vacuna que no solo nos salve de la pandemia, sino también de no vivir una peor nueva realidad signada por la recesión económica, esa que no tiene más antídoto que el tiempo.