Jair Bolsonaro pasará a la historia de Brasil como el presidente que ha podido evitar la que sin duda es la mayor tragedia en materia de salud pública de esa nación suramericana.
Cuando la mayoría de los países de la región se preparaban con anticipación para contener una pandemia que tiene su origen en un vector de rápida velocidad de contagio, Bolsonaro, fiel a su conducta arrogante e irresponsable, llegó a decir ante los medios de comunicación cosas tan intransitables como «el brasileño no se contagia, salta a una alcantarilla y no le pasa nada», «yo creo que hay mucha gente que ya se ha contagiado en Brasil y ya tienen los anticuerpos que ayudan a que no siga proliferando», afirmó el mandatario, que ha visto de cerca el coronavirus, con más de 20 personas de su círculo infectadas, entre ellos, dos de sus hombres de mayor confianza.
Este sábado 30 de mayo, Brasil superó el record diario de infecciones por covid-19 tras registrar 33.274 nuevos casos y 956 muertes en las últimas 24 horas, según información revelada por el ministerio de Salud del gigante amazónico. Con estos números, Brasil se mantiene en segundo lugar entre países con mayores infecciones por coronavirus en el mundo. Según el Instituto Johns Hopkins, la República Federativa acumula casi 500 mil contagiados y más de 28.000 muertos. Los informes de las autoridades sanitarias indican que el índice de letalidad se aproxima al 5,8%, con lo cual el gigante latinoamericano se posiciona entre las cinco naciones con mayor mortalidad.
Una encuesta publicada por el instituto Datafolha señala que solo 39% de la población ha recibido ayuda del gobierno en medio de esta coyuntura sanitaria especial, por cierto subestimada por el presidente Jair Bolsonaro, desde sus inicios. Según este mismo estudio, 43% de la población desaprueba la gestión del exmilitar.
Semanas antes de la oleada de casos reportados, Bolsonaro hubiese podido apoyar las medidas de confinamiento preventivo, pero en su lugar el presidente brasileño, pidió que el país dejara atrás el «concepto de tierra arrasada» ante el coronavirus y argumento que no había razón para confinar a la población por lo que lo volvió a calificar de «gripecita». «El virus llegó» y «en breve pasará», manifestaba el líder de la ultraderecha en un pronunciamiento trasmitido en cadena de radio y televisión, en el que subrayó que la «vida debe seguir», los «empleos tienen que ser mantenidos» y el «ingreso de las familias tiene que ser preservado».
Bolsonaro crítico duramente las medidas adoptadas por algunos gobernadores del país, que como en el estado de Sao Paulo habían declarado en cuarentena a toda la población, y se plantó contra «la prohibición del transporte» y el «confinamiento en masa» para contener a la covid-19. Planalto se negó a atender las constantes llamadas que el canciller venezolano, Jorge Arreaza, hiciera a sus homólogos de Brasil y Colombia, Ernesto Araújo, a fin de desarrollar en conjunto (en virtud de las fronteras y zona geográfica común) una estrategia que permitiera mitigar el impacto de la inminente llegada de la covid-19. El tiempo (muy breve) le ha dado la razón a Caracas.
El triste registro que hoy exhibe Brasil con este nuevo record tienen paternidad comprobada: Jair Bolsonaro.