EEUU: mentiras y guerras (II)

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En el libro El arte de la guerra escrito por Sun Tzu, que representa el tratado de estrategia más reconocido alrededor del mundo y en el cual podemos encontrar máximas como esta: «La mejor victoria es vencer sin combatir» y también encontramos frases como «Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa».

Parece que los gobernantes de Estados Unidos, desde tiempos inmemoriales, no han leído este gran libro. Aquí hacemos un recuento en varias entregas para demostrar, cómo las barras y las estrellas han mentido para involucrarse en conflictos bélicos a lo largo de la historia.

Guerra del Golfo 1991

1990, Sadam Husein era amigo y estaba respaldado por Estados Unidos, por sus inmensas colaboraciones durante la guerra de Irak contra Irán (1980-1988), había recibido de Washington armas convencionales y helicópteros, armas biológicas (ántrax, botulina, etcétera) y 5.000 millones de dólares en créditos a la exportación. Pero la noche de bodas duraría poco. El Ejército iraquí, estacionado en Kuwait (quien se sumaba a esta puesta en escena) estaba peligrosamente cerca de Dahran, la capital petrolera de Arabia Saudí, y la monarquía saudí solicitó ayuda a modo de auxilio, a nada más y nada menos que al presidente de Estados Unidos, George Bush. La estrategia de Washington fue enviar tropas en «misión defensiva» a la zona.

Luego, el testimonio de una «joven enfermera kuwaití», llamada Nayirah de 15 años, quien aseguró ante el Congreso de los Estados Unidos, con un discurso muy emotivo (con lágrimas incluidas), que los soldados iraquíes tenían un trato brutal y hasta habían llegado a asesinar más de 300 recién nacidos en un hospital, fue considerado como creíble y fue el detonante para que se iniciara la Guerra del Golfo.

Su falso testimonio quedará para la historia como el detonante (excusa) de esa guerra.

Años después, las investigaciones arrojaron el pequeño dato, Nayirah, en realidad era Nijirah Al-Sabah, hija del embajador de Kuwait en EE.UU., Saud Nasser Al-Saud Al-Sabah. La jovencita había sido entrenada en la compañía de relaciones públicas Hill & Knowlto, la cual recibió 10,8 millones de dólares de la asociación Los ciudadanos por Kuwait Libre, una plataforma organizada por la familia real de Kuwait a fin de persuadir a la opinión pública norteamericana de la necesidad de que EE.UU. interviniera en este conflicto.

Ni Tormenta del desierto ni Madre de todas las batallas, guerra es guerra.

 

Fue una guerra breve (el choque armado duró sólo 41 días), pero intensa. Según un informe de la organización ecológica independiente Greenpeace International, que cifra en 210.000 el número de muertos. Además que será recordada por haber sido transmitida en vivo y directo al mundo entero, se calificó de espectáculo con narrativa propia de serie de televisión.

CNN retransmitió sin interrupciones la primera noche de bombardeos ya que era la única cadena de 24 horas de noticias.

 11S y las Torres gemelas 2001

Ese mañana del 11 de septiembre del 2001, cambiaría para siempre la historia del mundo y los protocolos de seguridad en los aeropuertos desde ese día. Lo curioso fue que a pocas horas de los atentados se supiera con tanta claridad, y sin realizar ninguna investigación independiente, que el organizador de los atentados fuera el magnate de Arabia Saudita Osama Bin Laden y una pretendida red terrorista bautizada como Al Qaeda.

En los informes de este hecho, no aparece nada sobre la forma en que se desenvuelve el colapso de las Torres Gemelas o del edificio WTC 7. Se han encontrado 145 mentiras e inexactitudes en uno de los informes oficiales sobre los atentados. Tampoco explican por qué los tres edificios se desplomaron a la velocidad de una caída libre. Algunos físicos luego de más de una década, determinaron que el derrumbe de esos tres edificios fue un caso de demolición controlada y no un ataque terrorista.

Lo que sí quedó más que claro fue la respuesta, prácticamente inmediata, del gobierno de los EEUU, quienes enrumbaron toda su fuerza armamentística en contra de Afganistán, desataron una xenofobia depravada contra los musulmanes y participaron con una careta de defender y honrar las vidas de los que allí murieron, todo, a nombre de la «guerra contra el terrorismo».

 Mentiras de destrucción masiva 2003

En marzo del año 2003, el presidente Bush anunciaba en cadena nacional que iniciaba la guerra contra Irak. Luego de enemistarse con Sadam Husein, tuvieron que hacer creer que ellos tenían armas de destrucción masiva, a pesar de que ni el Pentágono ni la CIA habían confirmado esta supuesta tenencia. Las grandes empresas trasnacionales, fueron las principales protagonistas de esta nueva jugada bélica, Haliburton de Dick Cheney, quien luego se convirtió en vicepresidente de Bush, estuvo muy presente en este escenario de mentiras.

«Créanme, en Irak hay armas de destrucción masiva», aseguraba el presidente de España en aquel entonces, Felipe Aznar, sin tener ninguna prueba. Tony Blair también se unió a la fiesta de señalar ante el Parlamento y afirmó que los datos de inteligencia mostraban que el programa de armas nucleares, químicas y biológicas iraquí se encontraba operativo y en expansión. Lo cierto es que nunca hubo evidencia de esto y el único resultado que tuvo la invasión, fue la muerte de cientos de miles de civiles.

La foto del trío maldito de la Azores

 El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, lo cuenta en este video.

https://youtu.be/Wh2bE9rXGXg

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