En medio del «alivio» de sanciones que anunció esta semana el gobierno de Joe Biden, desde Estados Unidos hacia Venezuela, aumenta la temperatura del debate en el seno del Congreso norteamericano, con la postura que fijan los sectores más extremistas en cuanto a la nación suramericana y la posibilidad de que retornen empresas como Chevron, en materia de petróleo.
En tal sentido, la secretaria de Energía de la Casa Blanca, Jennifer Granholm, se pronunció acerca del eventual cambio en la política de su país; con respecto a la gestión del presidente Nicolás Maduro. Al respecto, negó que Norteamérica tenga planes de importar hidrocarburos desde territorio venezolano.
Sobre estos asuntos, la alta funcionaria aseveró, durante su participación en una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado, que “Estados Unidos no importará petróleo de Irán o Venezuela«.
No obstante, la vocería de gobierno estadounidense sigue sin aclarar cuáles serán entonces los términos de la eventual reactivación de operaciones de empresas petroleras internacionales como Chevron en la República Bolivariana de Venezuela; sobre todo cuando el país del Norte sufre una crisis energética por sus propias sanciones contra Rusia.
Asimismo, ratificaron que no tienen intención de importar recursos energéticos de la República Islámica de Irán, otro de los países sobre los cuales los centros de poder occidentales generan presión constante a través de medidas coercitivas unilaterales.
Presión e indecisión
Mientras tanto, el discurso de los representantes de Washington sigue entre 2 aguas, ya que por una parte anuncian el «alivio» de sanciones contra Venezuela. Pero, por otro lado insisten en condicionar ese proceso respecto al «avances» que aspiran; en torno al proceso de diálogo y otros aspectos de la situación política del Gobierno Bolivariano.
En este caso, el senado estadounidense fue el escenario en el cual abordaron a la secretaria de Energía, Jennifer Granholm. Lo hizo el senador republicano, Rick Scott, quien la increpó acerca de las dificultades que atraviesa su país con el suministro y precio del combustible.
“¿Por qué uno querría hacer negocios con Maduro, que ha cometido genocidio contra sus propios ciudadanos; y millones y millones de personas tienen que salir de Venezuela porque ha llevado al hambre a ese país?”, dijo Scott al retomar el discurso hostil contra Venezuela.
Hasta que se despeje el tablero del nuevo juego geopolítico entre EE.UU. y Venezuela, sólo se hable de que la autorización a Chevron únicamente contempla aspectos exploratorios para evaluar «el futuro de las operaciones de la compañía» con respecto a PDVSA en el ámbito del petróleo.
Con todo esto, Biden procura garantizar la sustitución de petróleo que compraba a la Federación de Rusia, luego de que impuso el bloqueo contra Venezuela. Ahora, es evidente que con las presiones hacia Moscú, está obligado a girar la mirada hacia Caracas nuevamente.