Los Estados Unidos parece un enemigo poderoso que ya no da tanto miedo como antes, o al menos así es para Irán. El Comandante en Jefe del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica, Hosein Salami le ha dicho a EE.UU. que “es un país que se ha podrido por dentro y está aislado por fuera”.
Las declaraciones de Salami son el corolario de una derrota diplomática de Washington, que al no conseguir que la ONU reanudara las sanciones internacionales contra Teherán, decidió restablecerlas unilateralmente en nombre de las Naciones Unidas.
Adicionalmente el líder militar añadió a su juicio sobre EE.UU. que ese país “ha perdido todos sus símbolos. Incluso su pueblo corea consignas contra el Gobierno estadounidense, derriba estatuas simbólicas y quema la bandera nacional del país”.
Pensarlo 2 veces
Salami reiteró que los adversarios de Irán tienen ahora que pensársela 2 veces para amenazar a su país. Destacó que no siendo una potencia militar, ganaron la guerra de 8 años contra Irak, cuando el gobierno de Saddam Hussein contaba con todo el apoyo de occidente para derrotar a la revolución islámica; y que ahora la fórmula de poder ha cambiado y son una nación más fuerte.
Sobre este panorama, Salami remarcó que ya no son un país al que puedan hacer retroceder las amenazas de un enemigo; y dejó dicho que “cuando una nación demuestra que tiene capacidad para defenderse y que da una respuesta rotunda a los agresores, entonces los enemigos se lo piensan dos veces antes de lanzar una agresión contra esa nación. Si son prudentes, sabrán que el precio de una guerra será elevado”.
Este mensaje sin esfuerzo de ser una discreta declaración diplomática que se lee entre líneas, es una manifestación inequívoca de Irán de que responderá cualquier amenaza sugerida recientemente por EE.UU. la cual promete una venganza potente sobre la nación persa si ataca alguno de sus intereses o funcionarios en el mundo.
Hace pocas semanas Trump dijo que echaría un ataque destructivo sobre Irán si este país cumplía el presunto plan de asesinar a una embajadora estadounidense en Sudáfrica como parte de su venganza por el asesinato de Soleimani ordenado por La Casa Blanca.