El impacto económico de la pandemia de covid-19 y las medidas que se han debido adoptar para tratar de contenerla, en general han ocasionado efectos negativos para la economía mundial, sin excepciones. No obstante, las consecuencias adversas han sido especialmente devastadoras en países que se habría podido suponer que estarían en mejores condiciones para encarar este grave problema, por detentar la hegemonía en el plano financiero, político y militar.
De hecho, las cuestionadas autoridades de Estados Unidos, país que actualmente ostenta la nada halagadora posición de ser el epicentro de la pandemia con más de 2 millones de contagios y más de 113 mil fallecidos, deberán lidiar también con una crisis económica de pronóstico reservado, de acuerdo con las perspectivas de su propio Banco Central.
En efecto, el presidente de la Reserva Federal (FED, por su sigla en inglés), Jerome Powell, declaró a la prensa internacional recientemente que desde febrero hasta la fecha, es decir en poco más de cuatro meses, se han perdido 20 millones de empleos, y como era de esperar en una sociedad en extremo elitesca y segregacionista, las peores consecuencias las sufren la población latina, afroamericana y las mujeres.
De acuerdo con las estimaciones de Powell el desempleo en la nación norteamericana puede cerrar el año en elevado porcentaje de 9,3%, y advierte que la administración estadounidense no logrará mantener el indicador por debajo de 5% antes del año 2023. Se trata, sin duda alguna de una economía contra las cuerdas.
Dinero sin valor
Otro síntoma evidente de la situación de recesión que presenta la denominada primera economía del mundo, es que la reserva federal se ha visto obligada por la crisis a llevar las tasas de interés a cero o muy cerca de ese nivel. El organismo que controla la política monetaria estadounidense mantiene las tasas de interés en una horquetilla que va de 0 a 0,25%.
Este hecho por sí mismo representa uno de los más grandes contrasentidos en un sistema que se preciaba de ser la cúspide del capitalismo y las libertades económicas. Aunque se afirme lo contrario, básicamente al llevar el interés a cero, por un lado se está desestimulando el ahorro y por otro se toma el dinero de los ahorristas para compensar a los tenedores de bonos. Es lo que ha sido calificado por analistas como Max Keiser y Stacy Herbert como una estafa Ponzi de proporciones gigantescas, en clara alusión al esquema de inversiones fraudulentas con forma piramidal ideado por el italiano Carlo Ponzi hace 100 años.
Como apunta el profesor griego y exministro de economía de su país, Yanis Varoufakis, en su libro Economía sin corbata: «Que el Estado y los banqueros bajen los tipos de interés es porque esperan que la actividad económica se contraiga de una forma desesperante».
Y ese precisamente es el pronóstico de Powell, dado que se estima para el cierre de este año 2020 una contracción del Producto Interno Bruto de 6,5% en EE.UU., debido a las restricciones (asumidas de muy mala gana) de la actividad económica, para disminuir el intercambio persona a persona y frenar la propagación del virus, cosa que hasta ahora tampoco han podido lograr.
El polémico presidente norteamericano, Donald Trump, sin embargo asegura que la economía de su país se va a «disparar como un cohete», lamentablemente hasta ahora lo único que se han disparado son los contagios y los fallecidos por el coronavirus, así como la indignación mundial por el salvajismo de los cuerpos policiales contra la población afrodescendiente. Por su parte el Banco Mundial, organismo insospechable de progresismo, contradice a Trump y augura en sintonía con Powell una caída de 6% para el PIB estadounidense, así como un descalabro para la economía planetaria peor al ocasionado tras la Segunda Guerra Mundial.