Cuando Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos, hace 4 años, una de sus promesas básicas fue lograr un despegue económico sin precedentes. El magnate aseguraba que recuperaría el brillo perdido en este ámbito. De hecho, su principal estandarte propagandístico se resumía con la grandilocuente frase de: «We are going to make America so great again». Es decir, haremos de América un país grande nuevamente.
Pero a 4 años de tormentoso mandato, el balance en lo económico no podía ser más anémico. Lejos de recuperar la grandeza perdida, las políticas de Trump, no han hecho sino hundir cada vez más la economía estadunidense. Entre los mayores desaciertos destaca su pésima gestión de la pandemia de covid-19.
A raíz de la falta de incentivos y de una política estatal clara, sólo entre enero y julio de este año 2020, más de 4.200 empresas se habían declarado en bancarrota. La debacle no discrimina entre establecimientos grandes, medianos y pequeños. Los más afectados se ubican entre los ramos de salud, construcción e inmobiliarias. Del grupo de quebradas, al menos 400 son grandes.
Emblemas que caen
De acuerdo con información de agencias internacionales, entre las empresas devastadas se cuenta la emblemática Hertz (especializada en alquiler de vehículos). La compañía sucumbió con una deuda fenomenal de 24 mil millones de dólares. Asimismo, las populares franquicias de Pizza Hut y Wendy’s se han visto en serios problemas. Se estima que al menos 46 empresas tienen deudas superiores a los mil millones de dólares.
La situación es sombría dado que en este sector de servicios y ventas de minoristas depende el empleo de 1 de cada 4 estadounidenses. Igualmente, su contribución al PIB se calcula en 3,9 billones de dólares. Por ello, gente como el economista jefe de la Federación Nacional de Minoristas, Jack Kleinhenz, es poco optimista. El experto opina cosas como estas: “El tiempo dirá, pero la conclusión es que la economía está lejos de salir fuera de peligro”.
En el aspecto macro las cosas no andan mejor. Al contrario, expertos como el economista, James Galbraith, profesor de la Universidad de Texas, es aún más lapidario. Para este analista, la economía norteamericana “es un castillo de naipes que se derrumbó con la pandemia”. El experto considera que esto “no es un shock, sino un terremoto”.
Semejante balance obedece a 3 factores fundamentales. 1) La economía estadounidense ya no es la que más bienes de consumo produce. Ese lugar hace rato lo ocupa China. 2) Al verse tan amenazado el sector de servicios, millones de personas siguen en riesgo de perder sus empleos. Y 3) la capacidad de endeudamiento de los hogares no crecerá como lo hacía antes, porque los salarios no aumentarán a la velocidad que se requiere.
¿Se tragarán el embuste del despegue económico?
Sin embargo, mediático y experto en fabricar posverdades, Trump se dirige al electorado como si su gestión hubiera sido todo un éxito con el despegue económico prometido. También ha tratado de explotar al máximo la creación de expectativas positivas basadas en emociones fuertes, como la exaltación del patriotismo.
Basta ver si ese mensaje tiene posibilidades de calar. Un grave problema a lo interno de la sociedad norteamericana es que el norteamericano promedio está muy desinformado. Igualmente, las personas son muy proclives a un fanatismo religioso directamente proporcional a la ignorancia.
No obstante, las condiciones sociales cada vez son más precarias, para gruesas capas de población. Sin duda, el tema económico es una de las asignaturas donde peor calificación ha obtenido Trump. Resta ver si el hábil manejo mediático, la fabricación indiscriminada de posverdades y el fanatismo religioso, le siguen dando buenos resultados electorales. Pero lo que sí es innegable, es que el cacareado despegue económico de Trump jamás ocurrió. Es su mayor promesa, nunca cumplida.