El proceso de acumulación capitalista a escala mundial atraviesa una crisis. Esta se ha potenciado significativamente con el advenimiento de la pandemia denominada por la Organización Mundial de la Salud como covid-19. En este orden de ideas, el grueso delas proyecciones económicas realizadas por los diversos organismos avocados al estudio del fenómeno económico –Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, CEPAL, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, entre otros– coinciden, unos más, otros menos, en una caída pronunciada de la actividad en su conjunto.
En virtud de ello, la lógica del capitalismo intenta preservar sus intereses, aunque eso implique poner en riesgo la vida del ser humano. Es así, que se observa de forma clara el carácter antagónico entre la salud y la ganancia económica. Algunos Gobiernos –de países desarrollados y subdesarrollados-, asumen de forma frontal y cínica, la instrumentación de políticas económicas alineadas con los intereses del gran capital. Relegan en un segundo plano -y hasta tercero- la opción de preservar la vida humana ante la adversidad que impone la pandemia mundial.
Prevalece y se impone casi de forma homogénea, en los países cuyos gobiernos están en función de preservar los intereses de las elites, una especie de dogma Neo-Maltusiano a través del cual asumen el impacto de la pandemia como un mal necesario para depurar la humanidad. Y sobre la base de la depauperación y el fallecimiento de la población más vulnerable, asentar los cimientos sobre los cuales aspiran se erija el proceso de acumulación capitalista postpandemia.
En este sentido, la instrumentación de una política pública al servicio de la población más vulnerable es de medular importancia para mitigar los estragos inherentes a la lógica de acumulación capitalista. Situación que, en el marco de una pandemia mundial, potencia de manera exponencial las desigualdades y la pobreza versus el enriquecimiento inescrupuloso de las elites que detentan el poder.
El Gobierno venezolano ha venido asumiendo una posición loable, patriota y sobre todo con mucha personalidad para hacerle frente a las consecuencias del covid-19; resistiendo un bloqueo económico y financiero que impacta severamente la sociedad en su conjunto. No obstante, día a día se afinan detalles con el objeto mejorar la efectividad en la instrumentación de las políticas públicas que nos permiten resguardar a nuestro pueblo ante un incremento importante de las desigualdades en el marco de esta terrible enfermedad contagiosa.
El covid-19 nos está obligando como sociedad a repensar muchos temas, que las relaciones sociales de producción capitalista han naturalizado. Pareciera que la solidaridad y el trabajo en equipo es mucho más potente y eficiente que los anti-valores del modelo en crisis. Para el caso concreto venezolano, no queda vía más efectiva y, por ende, impostergable que la ruptura con la cultura del rentismo para avocarnos a promover el trabajo productivo.
