La Corte Suprema de Brasil ha votado a favor de que las autoridades locales establezcan medidas sancionatorias contra aquellas personas que no quieran vacunarse contra la covid-19.
La decisión del máximo tribunal establecería la obligatoriedad del antídoto “siempre que las personas no se vean obligadas a vacunarse contra su voluntad”.
Con este paso, queda la puerta abierta para que las autoridades medidas coercitivas indirectas como la denegación de acceso a espacios o actividades sino se aportara la prueba de la inmunización.
Esto podría conllevar a que quienes no se vacunen no puedan entrar a restaurantes, conciertos, gimnasios o estadios.
La doctrina Bolsonaro
Una vez se conoció el veredicto, el presidente brasileño Jair Bolsonaro se mostró en desacuerdo. El mandatario desafió a los jueces de la corte al asegurar que él no hará nada que atente contra la libertad de las personas para decidir si recibe o no el tratamiento médico.
En una entrevista con los medios de su país habría dicho que “Nadie puede obligar a nadie a que se vacune. (…) Si el tipo no quiere que le traten más que eso. No quiero quimioterapia y me voy a morir, ese es mi problema. Estamos jugando con vidas. ¿Dónde está nuestra libertad? Aquí está la democracia. No es Venezuela, no es Cuba”.
En la visión de Bolsonaro, la garantía de salud y tratamiento gratuito a las personas como en los casos de Venezuela y Cuba sería más bien la mala intención de unas supuestas “dictaduras” que sanan a sus pueblos en contra de sus voluntades.
Contra los egoístas
Mientras tanto una de las magistradas de la Corte Suprema de Brasil, Carmen Lucia aseguró que “el egoísmo no es compatible con la democracia” y añadió que “la Constitución no garantiza la libertad de una persona para ser soberanamente egoísta”.
En este contexto de las vacunas contra la pandemia, Bolsonaro incluso cargó contra el antídoto de Pfizer, del que dijo que ni siquiera se hace responsable de los efectos secundarios.
Con su típico pero peligroso sarcasmo, el presidente despachó su responsabilidad política respecto al fármaco diciendo que “si te conviertes en un caimán, es tu problema”.
