Colombia estalla
Colombia estalla y vuelve a ser noticia. Esta vez a los asesinatos a líderes sociales, el narcotráfico, el paramilitarismo y la corrupción; se suma la represión brutal del gobierno de Duque contra los manifestantes que en medio de la cuarentena arriesgaron su vida para alzar su voz contra la reforma tributaria con la que se pretende hacer pagar a los más pobres, las pérdidas económicas ocasionadas por la pandemia.
Esto por supuesto le es ajeno al secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) o la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Y no porque no sea su competencia, sino porque Colombia está fuera de su única jurisdicción (Venezuela) al tratarse de un país cuyo gobierno decidió ser patio trasero de Estados Unidos.
No hay conciertos en solidaridad del pueblo, ni pronunciamientos de artistas, mucho menos una cobertura mediática que muestre los hechos al mundo. El silencio que hoy pretende callar la masacre y el declive del uribismo, además de vergonzoso promete revertirse, en las urnas o en la calle, contra quienes lo promueven.
Violencia develada
Cosas están pasando en Venezuela, más allá de la pandemia, el bloqueo y el asedio permanente de las grandes potencias contra el pueblo. El confinamiento ha permitido que las redes sociales se posicionen rápidamente como los principales centros generadores de opinión y por ende, en focos de las grandes discusiones sociopolíticas.
Por ello no es de extrañar que este sea el lugar elegido por decenas de mujeres para denunciar casos de violaciones, acoso y violencia de género, cometidas por artistas, escritores y periodistas venezolanos. Tampoco es extraño que una minoría busque difamar o apropiarse de las voces de la sobrevivientes. Lo relevante es que rompió un nivel de la censura sobre el tema que abre nuevas rutas de avance para afrontarlo con la seriedad que amerita, el resto son debates subalternos.
Fe desbordada
Más de 70 años tuvieron que pasar para que el clamor de millones llegara a la Santa Sede. El doctor José Gregorio Hernández es Beato “oficialmente” aunque desde hace rato está en los altares y los corazones de los venezolanos humildes. Otra prueba de la irreverencia y la determinación de este pueblo que con fe, alegría y trabajo ha superado miles de dificultades, del mismo modo, sin pedir permiso.
