Civilización digital | Por: Roberto Hernández Montoya
Un profesor uruguayo acaba de renunciar porque sus alumnos se pasan la clase con la cabeza hundida en sus celulares. Anuncia y denuncia el fin del mundo. Intentaré anunciar y denunciar su error.
Cada desarrollo científico produce mutaciones civilizatorias. La talla de piedras, la caza, el dominio de los metales, la agricultura y demás tecnologías han jalonado las edades de la humanidad. La Edad de Piedra, la de los Metales y así. La escritura, la pólvora, la navegación intercontinental, el fuego, la imprenta, la Revolución Industrial. Por mencionar solo unos pocos ejemplos.
Ahora estamos entrando en una de esas eras: la digital. Internet está revolucionando todo. O casi. Por ahora. Faltan solo algunos asuntos. La alimentación y la reproducción sexual permanecen en la misma condición que tienen desde la Edad de Piedra. Internet las influye, pero no las sustituye. Todavía.
Desde la imprenta no surgía una tecnología que produjera un empellón cultural de semejante trascendencia. Estamos asistiendo a un jalón cultural solo comparable con el producido por el bronce o los alfabetos.
Enfoquémonos en las escrituras. Con ellas la comunicación se liberó del aquí y ahora, se podía hablar para el futuro y para leguas de distancia. Eso entrelazó a millones de personas y los continentes. Los sabios árabes recordaron a la culta Europa la existencia de Aristóteles. Y fue posible el Renacimiento, reviviendo precisamente la cultura antigua que el fanatismo cristiano había devastado. Gracias a los signos quietos fue posible releer las escrituras antiguas y revivirlas. Llegó entonces la imprenta, que hizo viable el libre examen y por tanto el cisma protestante. Ya ves la magnitud de los cambios.
Ahora constatamos cómo internet nos está cambiando el modo de oír música, leer libros, almacenar y consultar bibliotecas y repositorios documentales. Ya no hay que leer libros completos porque siempre están.
Y tiene razón el académico uruguayo: el mundo que conocemos llegó a su fin. Ya el conocimiento no se transmite con pizarrón y tiza sino por monitores. Este artículo impreso en papel es un anacronismo.
Resistirnos a internet es hacer como aquellos luditas de 1811 que destruían las máquinas de la revolución industrial. No pudieron. No podrán.
ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA
@rhm1947
ÚN.
