El pasado 21 de junio, los habitantes de Filadelfia, Estados Unidos, despertaron con el estruendoso sonido de una serie de explosiones. En horas de la mañana se conoció que la refinería Philadelphia Energy Solutions (PES), la décima más grande del país y el mayor complejo de refinación de petróleo en la costa este (con una capacidad de refinación de 335.000 barriles por día), había sufrido un incendio que comenzó en una cisterna y acabó consumiendo áreas vitales para su funcionamiento operativo.
Este episodio llevó a que el día de ayer, miércoles 26 de junio, el alcalde Jim Kenney, y varios representantes de PES transmitieran un Comunicado Oficial, en el cual se confirma los planes de clausurar la refinería, cesando sus operaciones en julio.
El impacto de esta decisión tiene como consecuencia inicial la pérdida de empleo de más de 1000 trabajadores, por lo que el jefe del sindicato de la refinería, Ryan O’Callaghan, señaló que «será un golpe masivo para la economía local«. Y es que la economía de esta zona de Filadelfia depende casi de manera exclusiva de las actividades asociadas a la empresa.
Cabe destacar que PES se había declarado en bancarrota en enero de 2018 y, curiosamente, luego de conocerse esta noticia, los futuros de gasolina en la bolsa de Nueva York subieron un 5%.
