Chile votó este fin de semana en una jornada que dejó como balance un fuerte castigo a los partidos tradicionales.
La derecha sacó menos de lo que esperaba para la Convención Constituyente y en las regiones y municipios perdieron terreno.
El resultado fue tan nítido, que el presidente Piñera tuvo que reconocer al final del día que el pueblo les dejó un claro mensaje y que su gobierno no supo sintonizar con las exigencias de la gente.
Otro detalle no menor es que todavía son muchos los que no se animan a participar en las votaciones. Solo un 40% del electorado participó, es decir, 10 puntos menos respecto a la concurrencia en el plebiscito del año pasado que forzó la convocatoria a una Convención para debatir una nueva Constitución.
Un nuevo liderazgo
De acuerdo a los escrutinios, una nueva alianza de izquierdas sacó más votos para la Convención. Se trata de la lista que configuraron el Partido Comunista, el Frente Amplio y la Federación Regionalista Verde Social.
Esta coalición sacó 35.68% de los votos para la Convención, lo cual les rendiría para ocupar 27 asientos de los 155 dispuestos para esa instancia.
Este resultado dibuja otra hazaña política y electoral en la historia reciente de Chile. Esta plataforma independiente y de izquierda supera por primera vez a la denominada centro-izquierda, en donde está inscrito el muy diluido Partido Socialista, junto a los Demócratas Cristianos y el Partido Liberal.
Esta última coalición denominada “Lista Apruebo” apenas sacó 22 escaños, seguidos de la derecha con apenas el 22% de los votos; un resultado que no les basta para al menos un tercio de la convención constituyente con la que buscarían frenar las pretensiones de las reformas más “radicales” planteadas hasta ahora.
Un cambio en la capital
La izquierda, además de ser la primera fuerza en la Convención, sacó buenos resultados en las elecciones regionales y locales. Se impusieron en Santiago, y ganaron municipios emblemáticos como Maipú, Ñuñoa y Viña del Mar.
Ante la claridad de los números y la devastación política de la derecha y los partidos tradicionales, Piñera admitió que: “La ciudadanía ha enviado un claro y fuerte mensaje al gobierno y a todas las políticas tradicionales”; y agregó que “estamos siendo interpelados por nuevos liderazgos”.