Los eventos que marcaron la fundación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en la década de los 60, crearon un clima de intimidad político económico entre Irán y Venezuela. vínculo que se estrecharía con la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder. Al natural vínculo entre ambos pueblos (el petróleo y la lucha por precios justos en el mercado) se han ido sumando elementos coyunturales y no han sido pocos los tópicos en que ambas naciones han coincidido en los últimos 40 años.
Pero lo que sin duda ha amalgamado la voluntad de estos dos países, ha sido su resistencia a alinearse con el sistema mundial impuesto por occidente, específicamente por su hegemón, los EE.UU. Irán ha sido sometido desde hace mucho tiempo a un proceso de satanización de muy subido tono: su carácter de indudable potencia en la región, su riqueza petrolera y su visión ideológica-espiritual le convierten automáticamente en un enemigo del coloso imperial.
Entre los acuerdos Chávez/Ahmadinejah destacaban el acuerdo para la formación de una Empresa Mixta de carácter internacional con el objetivo de desarrollar, explorar, procesar y producir petróleo, así como un Contrato de Servicio para la cuantificación de reservas en los bloques Ayacucho 3, 4 y 5 de la Faja Petrolífera del Orinoco; ambos documentos rubricados por el entonces ministro del Poder Popular para la Energía y Petróleo y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, el presidente de la CVP y director de PDVSA, Eulogio Del Pino; y el presidente de Petropars, Gholamreza Manoucheri.
En ese momento el presidente Chávez enfatizó: “estamos conscientes de que el imperialismo no descansará en sus labores para debilitar la OPEP y el precio del barril de petróleo, por ello hemos convenido en incrementar nuestro esfuerzo combinado en la Organización y fuera de ella para salvaguardar los precios de nuestra materia prima”.
En ese marco, se llevó a cabo la creación de un Fondo Estratégico Pesado para inversiones conjuntas entre Irán y Venezuela, que arrancaría con una base de 2 mil millones de dólares y que permitiría apuntalar inversiones tanto en Venezuela e Irán como en otros países, en especial, en aquellos que se esforzaban por liberarse del yugo imperialista. Un acuerdo así de rebelde, es inadmisible.
Venezuela e Irán firmaron a finales de 2019 varios acuerdos “científicos y tecnológicos”, días después de que este país conmemorara el 40 aniversario de la crisis de los rehenes iraníes, con nuevas violaciones del Plan de Acción Integral Conjunto, también conocido como el acuerdo nuclear iraní. Pero durante los últimos tres días, el canciller venezolano sostuvo reuniones bilaterales con distintas autoridades iraníes con las que ha conversado sobre temas de interés común, con miras a afianzar las alianzas estratégicas, además de revisar temas vinculados a la geopolítica mundial y al multilateralismo además de las áreas de cooperación comercial, salud, y energía, entre otras.
Para la Casa Blanca, existe un temor razonable de que Caracas y Teherán puedan sostener acuerdos de transferencia tecnológica y militar.
Irán está hoy día, enfrentado como jamás lo estuvo a los Estados Unidos (EE.UU.), en una trama de conspiraciones que involucra a varias naciones del oriente medio, en especial a Israel, Siria, Líbano e Irak. En una terrible acción militar, el líder de las Fuerzas Quds iraníes, (un grupo elite de defensa y ataque estratégico) Qassem Soleimani, fue asesinado por los EE.UU. Días después, Irán contraatacó bases militares estadounidenses en Irak, asombrando al mundo y dejando a la opinión publica en medio de una tensa situación.
Venezuela por su parte, ha hecho lo propio plantándose de cara a la Casa Blanca, que apoya estratégica y económicamente a Juan Guaidó, hasta hace un año un desconocido y oscuro personaje, que se ha proclamado Presidente Interino de la nación, con la complicidad diplomática de un puñado de países aliados de Washington.
Guaidó se enfrenta hoy al desprestigio y el repudio de buena parte de quienes hasta hace meses confiaban en su liderazgo como una sólida posibilidad para salir del gobierno de Nicolás Maduro.
Ante las presiones constantes de los EE.UU. contra Venezuela, Irán ha cerrado filas en torno al país latinoamericano y ha mostrado un apoyo absoluto. Lo mismo ha hecho Venezuela con la nación Persa. La cancillería venezolana, ha estado en todo momento presta a defender en cualquier escenario el derecho de Irán a ejercer libre determinación y absoluto control de su territorio y recursos, especialmente todo lo que tiene que ver con el polémico programa nuclear iraní.
Para ambos gigantes petroleros, los tiempos son duros y las acciones que cada nación tome por separado, tendrán réplicas inmediatas en el concierto mundial. Los ojos del mundo están puestos, entre otros lugares, en Venezuela e Irán.