El nuevo presidente norteamericano, Joe Biden, ha sido extremadamente cauteloso para referirse al caso venezolano. En las primeras de cambio aún no ha emitido personalmente ninguna declaración oficial. Sin embargo, a juzgar por los indicios que comienzan a aflorar, todo apunta a que su juego se moverá dentro de la esfera del pragmatismo. En el dilema de ir del absurdo hacia el deshielo de las relaciones, pareciera que se decantará por lo segundo.
¿Qué nos lleva a pensar en esa hipótesis?, en primer lugar que a poco más de una semana de haber sido investido como el presidente 46 de los Estados Unidos, el demócrata ha tenido absoluta reserva con Juan Guaidó. Inclusive, aún no se ha pronunciado, luego que la Unión Europea degradara a este personaje de «presidente interino» a «interlocutor válido». En el interín, países pesados en el tablero internacional, como Alemania abiertamente han desconocido a Guaidó y en Washington no han dicho una palabra.
No parece descabellado pensar, que el nuevo gobierno norteamericano no las tiene todas con la insensatez del «interinato». Sobre todo, porque es una creación directa de su predecesor, Donald Trump. Y ya sabemos lo traumático que fue el proceso de transición, que hasta una turba enardecida trató de anarquizar el Capitolio.
Hasta el momento, los hechos no hacen sino confirmar que Guaidó quedó como un pegoste en la suela del zapato de Biden. Y éste de momento aún no termina de decidir si termina de aplastarlo políticamente o lo hace a un lado con cierto decoro, como ya hicieron en el viejo continente.
Juego destrancado
Pero en definitiva la cultura norteamericana se define por una frase que prevalece sobre todo lo demás: «Business are Business«, es decir negocios son negocios. Y Guaidó no pasa de ser un simple mequetrefe, completamente prescindible. Lo que verdaderamente está en juego son gruesas inversiones, especialmente en el ámbito petrolero donde Venezuela, duélale a quién le duela, sigue siendo la primera reserva mundial comprobada de crudo.
De manera que como lo anunciamos en Redradiove, detrás de Biden hay poderosos lobbies ejerciendo presiones, para que se empiecen a deshielar las relaciones comerciales con la república Bolivariana de Venezuela. Es un secreto a voces en la prensa mundial, que las empresas españolas, francesas, italianas y las propias norteamericanas no están dispuestas a jugar banco. Especialmente, en un contexto de Ley Antibloqueo. Y con un chavismo sólido políticamente, que perfectamente puede profundizar las negociaciones en esta materia con potencias emergentes como Rusia y China.
Esa no es una buena opción para Biden. De ahí que las primeras señales hayan sido de cierta moderación. Su secretaria de prensa Jen Psaki, declaraba el martes 26 de enero que la meta es recurrir a un mayor multilateralismo para abogar por elecciones y una transición pacífica. Persiste una alta dosis de injerencismo en este primer pronunciamiento oficial, es cierto. Pero de ahí «a todas las opciones sobre la mesa de un Trump amenazante» hay un trecho bastante largo.
La Administración Biden habló por primera vez sobre Venezuela. Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo que el objetivo de EEUU era "una transición pacífica y democrática en Venezuela a través de elecciones libres y justas". pic.twitter.com/cAOk6jnuz8
— Misión Verdad (@Mision_Verdad) January 31, 2021
Parrilla quemada
En lo que se conoce como la realpolitik, cuando un gobierno como el norteamericano, que ha emitido más de 300 «sanciones» y órdenes ejecutivas contra un país, cercando todas sus cuentas y persiguiendo todos sus movimientos financieros, empieza a hablar de más «multilaterialismo», es evidente que hay un cambio en la orientación de las políticas.
Lo de Trump fue un absurdo total en su empeño de la «máxima presión por un cambio de régimen«, no consiguió ningún resultado concreto. Pero sí sometió a grandes pérdidas económicas a muchas trasnacionales del crudo, amén del reguero de muerte y grandes vicisitudes provocadas injustamente al heroico pueblo venezolano.
Sin embargo, el pueblo, el gobierno, lo cuerpos policiales y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana resistieron todas las embestidas posibles. La victoria obtenida reconfigura el tablero de juego. Son las reglas básicas en cualquier confrontación: «si no pudiste matarme, tu derrota me fortalece«. Guaidó está cerca de ser polvo cósmico y el gobierno bolivariano consolida la estabilidad política. En Washington lo saben bien, tiraron toda la carne en el asador, y al «loco» Trump la parrilla se le carbonizó.
Señales claras
Y ya han comenzado a surgir varias señales claras, que confirman que en el seno de la administración Biden, 2 palabritas serán claves: pragmatismo y negociaciones. Por un lado, Geoff Ramsey, director de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos, ha dicho con todas las letras que la oposición venezolana no contará con el apoyo de la comunidad internacional si persisten las divisiones internas, así como la negativa de hallar una solución consensuada con el gobierno.
Esto revela que el «cheque en blanco» que les dio Trump, para extorsionar, matar y delinquir, ahora estará condicionado a ciertos parámetros mínimos. Y con la misma que Ramsey emitió estas declaraciones, se han divulgado medidas específicas, que representan el inicio de una flexibilización de las mal llamadas «sanciones».
Es el caso de una reciente licencia que autoriza ciertas operaciones de puertos y aeropuertos venezolanos. Se trata de la «Licencia General 30A» que autoriza «todas las transacciones y actividades que involucren al gobierno de Venezuela prohibidas por la Orden Ejecutiva 13884 del 5 de agosto de 2019, que son normalmente incidentes y necesarias para las operaciones o el uso de puertos y aeropuertos en Venezuela».
Y, además, Anthony Blinken, el nominado por Biden para ocupar el Departamento de Estado de los EE.UU. señaló abiertamente frente al Congreso que se está evaluando suavizar parte del embargo petrolero a Venezuela. Aunque aún no está confirmado en el cargo, el alto dirigente reveló que ha considerado la propuesta de aprobar el intercambio de Diésel por crudo venezolano. Este simple acto haría mucho más llevadero el criminal bloqueo norteamericano.
Todo parece indicar que en el caso de Venezuela, Biden da pasos cautelosos del absurdo al deshielo.
