Batalla de los puentes: 4 años después, un espacio para el crecimiento económico

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El 23 de febrero de 2019 quedó registrada como una de las fechas más ejemplares de la historia reciente de Venezuela. A 4 años, no hay dudas, el pueblo y las fuerzas de seguridad vencieron un intento de invasión por territorio colombiano, planeado desde Washington. Se impuso la valentía y el carácter revolucionario de una ciudadanía que luchó a capa y espada por mantener su soberanía.

Mientras los bandos de la extrema derecha mantenían la narrativa de la supuesta crisis humanitaria se promovían choques internos. Hace 4 años, el escenario ideal para una guerra civil. Posteriormente, seguiría la irrupción militar, el truco común del Manual de Guerra No Convencional de Estados Unidos, aplicado en países de medio oriente.

Móvil y pseudo interinato

La estrategia fue una supuesta ayuda a la población civil con el auspicio de un gobierno paralelo comandado por la Casa Blanca, para derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro.

Como ocurre en toda acción de guerra híbrida, en la Batalla de los puentes jugó un papel fundamental el arma mediática. Mientras operaba todo un show comunicacional, además de un concierto con artistas nacionales e internacionales con el aval de Washington, Colombia, la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros aliados europeos; desde la madrugada de aquel sábado, paramilitares y marines estadounidenses se posicionaron en la ribera opuesta del río Táchira.

El 23 de enero de 2019, el entonces máximo representante de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente en una plaza pública, con el apoyo de Estados Unidos y el reconocimiento de unos 50 países.

Paralelo a ello, declararon “usurpador e ilegítimo” a Maduro, reelecto en mayo de 2018 con el 67.84% de los votos. Acto seguido del desconocimiento de los poderes del Estado, como el Consejo Nacional Electoral.

Medidas coercitivas unilaterales y criminales

De 2015 a 2016, Estados Unidos intensificó las medidas coercitivas unilaterales, perjudicando sectores esenciales de la economía, como la industria petrolera; mientras impedía a toda costa la adquisición de alimentos y medicinas para el pueblo venezolano, así como el acceso de adultos y niños a operaciones de urgencia para salvar sus vidas.

La derecha nacional, promovió y financió acciones violentas, atentados, sabotajes y boicot que indujeron al acaparamiento, mientras aumentaba la escasez de bienes esenciales para la población.

El 12 de febrero, Guaidó anunció en varias ocasiones la posibilidad de una intervención militar para sacar al presidente Maduro del Palacio de Miraflores; anunciando la llegada de la ‘ayuda humanitaria’.

Preludio: La gran estafa del Venezuela Aid Live

El 22 de febrero se realizó un concierto llamado «Venezuela Aid Live», organizado por el magnate británico Richard Branson, en la fronteriza ciudad de Cúcuta. El evento, calificado posteriormente como una estafa (porque nunca aparecieron los fondos de la supuesta ayuda humanitaria), contó con un despliegue de 32 artistas venezolanos e importados: Alejandro Sanz; así como Carlos Baute, Carlos Vives, Diego Torres, «El Puma» José Luis Rodríguez, Juanes, Juan Luis Guerra, Luis Fonsi, Maluma, Paulina Rubio, Maná entre otros.

Posteriormente, se da la primera implosión en la zona de Villa del Rosario en el departamento del Norte de Santander, donde un camión robado a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB); con apoyo de los diputados derechistas Gaby Arellano, José Manuel Olivares y Vilka Fernández arrolló a varias personas. Acción repudiada por el presidente Nicolás Maduro, quien cortó las relaciones diplomáticas con Colombia.

La batalla de los Puentes, ejemplo de unión cívico militar

Tras estas acciones previas, el día 23, el objetivo fue controlar la región y una vez dentro del país, con el apoyo de fuerzas extranjeras irregulares, mercenarios y paramilitares; generar hechos de falsas banderas para legitimar una operación a gran escala de una “coalición internacional” y detonar la supuesta traición en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Mientras tanto, algunos medios de prensa, ubicados del lado venezolano, mostraban a las fuerzas de seguridad y los manifestantes rechazando el intento de incursión; mientras desde las montañas y debajo del puente los grupos de choque, pagados por la derecha, lanzaban piedras, cocteles molotov y amenazaban con pistolas.

Los invasores jamás pensaron que Guaidó y aliados se quedarían fuera de Miraflores gracias a la convicción de la ciudadanía que salió a defender su libertad.

La presencia del pueblo en las inmediaciones y la coordinada acción con las fuerzas de seguridad desmontó el relato que la maquinaria mediática global. Una victoria trascendental, ejemplo de la unión cívico-militar.

En tanto, una investigación de un medio estadounidense reveló días después el cargamento de la presunta ayuda humanitaria, explicaron que apenas una pequeña parte era alimentos o medicinas, el resto lo componía material para armar grupos terroristas.

4 años después de ese 23 de febrero, la Revolución Bolivariana, con el presidente Nicolás Maduro al frente, avanza junto al pueblo venezolano con banderas de dignidad y paz.

 


 

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