Banco de Inglaterra: una larga tradición de robo y especulación

Hay organizaciones que por encontrarse en el corazón institucional del llamado mundo desarrollado, se proyectan como cubiertas con un manto inviolable de poder y honorabilidad. A las primeras de cambio nadie dudaría de ellas. Sin embargo, tras esa falsa aura de rectitud se encubre una larga tradición de robo y especulación. El Banco de Inglaterra es un buen ejemplo de ello.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el poderío del Reino Unido provino en buena medida de la piratería. Sí, por más que la historia oficial proyecte una versión edulcorada que embellece los acontecimientos, los hechos son los hechos y la historia así lo atestigua.

En lo que se conoce como la fase originaria de acumulación capitalista, la invasión de América fue el acontecimiento crucial que cambió para siempre el curso de la historia. Europa, de ser una región bárbara y atrasada, de la noche a la mañana se convertiría en el principal núcleo de poder del mundo, gracias al saqueo de enormes cantidades de oro y plata de nuestro suelo.

Ese poder estuvo concentrado inicialmente en España, pero el lerdo imperio español rápidamente entraría en decadencia, dedicado sólo a holgazanear y vivir de las rentas. Como explica el sociólogo venezolano, Jeudiel Martínez, bien pronto Inglaterra, Francia y Holanda terminarían desangrando al imperio católico a través de la piratería.

Los hermanos de la costa

Fue tan intensa esta actividad de saqueo marítimo, que lo que se conoce hoy como la Tortuga, al noroeste de Haití sirvió de asentamiento a una especie de pequeña y pintoresca nación que confederaba a cientos de bucaneros, corsarios y filibusteros. Se le conoció como los hermanos de la costa.

La famosa saga de estudios Disney, Piratas del Caribe, se inspira en esos acontecimientos. Pero la realeza inglesa guardó mucho las formas, para no aparecer ante la historia, como auspiciadora de esta banda de malandros del mar.

Sin embargo, mantenían estrechos vínculos con los jefes de la piratería. Como sucedió con Henry Morgan, quien llegó a ser nombrado Caballero del Reino británico y además gobernador de la isla de Jamaica.

John Hawkins, Sir Walter Raleigh, Francis Drake, Tomas Cavendish y Jack Rackham, entre muchos otros, figuran en la larga lista de corsarios y filibusteros, que por debajo de cuerda prestaron un eficaz servicio a la Reina.  Otro escritor también venezolano, Luis Britto García, analiza bien esta historia en su libro Demonios del mar: piratas y corsarios en Venezuela (1528-1727).

Revoluciones industriales

De manera que el control formal le pertenecía a España, pero en la práctica quienes estaban trasvasando esa enorme masa de recursos fueron los ingleses, franceses y holandeses. Siendo los primeros lo más aventajados en financiar otro acontecimiento parteaguas, como fueron las dos revoluciones industriales.

No debería sorprender a nadie y tampoco puede verse como un hecho aislado que el Banco de Inglaterra nazca en 1694 en pleno auge de la piratería de las costas caribeñas. Y tampoco que haya nacido de la mano del capital privado, siendo uno de los primeros bancos centrales del mundo.

El origen, la base fundacional comienza a estar clara. Provino del saqueo y la piratería a las riquezas también robadas del lerdo imperio español. Por eso decían Marx y Lenin que el “capitalismo vino al mundo chorreando lodo y sangre”.

Pero una mirada muy rápida de quiénes fueron esas familias que fundaron el Banco de Inglaterra, también resulta esclarecedora. Figuran en primera línea los Rothschild, poderosa familia, que ha sido señalada por el analista, Daniel Estulin, como de las de mayor influencia en el denominado Club de Bilderberg.

Especular con la bolsa

La familia Rothschild, también conocida como la Casa Rothschild configura una dinastía europea de origen judeo-alemán que fundó diversos bancos e instituciones financieras a lo largo del siglo XVIII. Convirtiéndose para el siglo XIX en uno de los linajes más poderosos desde esa fecha hasta la actualidad.

En Inglaterra una de las causas fundamentales de semejante poderío, como no podía ser de otro modo, está en la especulación. Nathan Mayer Rothschild, líder de la segunda generación afianzó el poderío de esta familia con una jugada maestra en la bolsa británica.

Hizo creer que Napoleón Bonaparte había vencido en la batalla de Waterloo. Por ello vendió compulsivamente los bonos del Estado británico y muchos le imitaron. Pero antes que se conociera la verdad, compraron nuevamente esos bonos a precios irrisorios. Lo más insólito es que el propio Nathan se contaba entre los financistas directos del duque de Wellington, quien sería a la postre el vencedor de la célebre contienda militar.

Por sus diligentes servicios a la reina Victoria la rama británica de los Rothschild fue elevada a la nobleza.

La ganancia de una de las primeras operaciones especulativas de la historia fue tal, que la familia ha mantenido intacto su poderío por 200 años. El caudal de dinero de entonces apuntaló la expansión del imperialismo británico. Incursionaron en el ramo textil y financiaron las guerras napoleónicas.

En la actualidad el poder de los Rothschild se pierde vista. Tienen enormes inversiones en Inglaterra y Francia en el ramo de asesoramiento, fusiones y adquisiciones en la banca privada.

Pirata moderno

Luego de este rápido recorrido a quién puede sorprender que las autoridades británicas puedan tener buenas migas con un pirata moderno como Juan Guaidó. Es probable que hasta lo nombren Sir Bobolongo.

Lo más grave de este intento de despojo es que estamos hablando del oro de las reservas internacionales, el cual se supone está protegido por un régimen especial de resguardo. No se trata del dinero de un particular, sino del recurso que respalda las finanzas de toda una República.

Fieles a su larga tradición de robos, rapiña y tropelías, los británicos acuden prestos a la maniobra del filibustero moderno Juan Guaidó. La gran diferencia con los piratas del pasado es que robaban a otras Repúblicas para el beneficio indirecto de su propia tierra.

Sin embargo, la única patria de Sir Bobolongo es su bolsillo. Y la única larga tradición detrás del Banco de Inglaterra es el robo y la especulación. El gobierno bolivariano firme en la defensa de la soberanía ha activado medidas nacionales e internacionales para que este crimen no quede impune.

 


 

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