Australia se suma a Reino Unido, Canadá y EE.UU. en su boicot diplomático contra los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing en febrero.
El primer ministro australiano, Scott Morrison; el británico, Boris Johnson, y el canadiense, Justin Trudeau, hicieron pública su decisión.
Morrison justificó la decisión a la falta de respuesta de Beijing con respecto a barreras comerciales adoptadas por China contra importaciones de Australia. “No sorprende que nuestros diplomáticos no viajen a esos Juegos”, declaró el jefe del Gobierno a los periodistas en Sídney.
Otros mandatarios meditan unirse a EE.UU. para protestar a lo que la Casa Blanca califica como “atrocidades de China en materia de derechos humanos».
“Habrán represalias diplomáticas a los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín. No está previsto que ningún ministro ni cargo público asistan a esos juegos”, ha afirmado el primer ministro inglés Boris Johnson. “No creo, sin embargo, que los boicots deportivos sean algo razonable”, analizó el mandatario.
China reaccionó al anuncio de Australia y lo ha hecho en un tono menos aireado al que utilizó tras conocerse que EE.UU. boicotearía el acontecimiento deportivo. Por su parte, Beijing advirtió a Washington que “pagaría el precio» si lleva a cabo un sabotaje.
Asimismo la reacción ante la decisión de Australia ha sido la de declarar, a través del portavoz de exteriores, Wang Wenbin. “Si vienen o no, a nadie le importa”, expresó el funcionario chino.
“La decisión de Australia de no mandar a representantes políticos a los Juegos, demuestra que este país no hace sino seguir ciegamente lo que hacen otros«, en alusión a EE. UU. No son capaces de distinguir el bien del mal”, afirmó Wenbin en rueda de prensa.