Assange, el bloqueo y los diputados eternos: 3 cuadros de la misma soberbia

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En el año 1974, una investigación periodística liderada por los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein sacó a la luz pública distintas operaciones de mal manejo de fondos y registros que estaban siendo destruidos. Ambos reporteros basados en información que filtró una fuente confidencial a la que apodaban «garganta profunda», destaparon un gran escándalo de corrupción. Esto se conoce como el Watergate y desembocó en la dimisión del entonces presidente de EE.UU., Richard Nixon, a pesar de su soberbia.

El sonado caso periodístico fue hábilmente aprovechado para promover propagandísticamente a EE.UU. como una sociedad transparente. Ejemplar por su equilibrio de poderes y también modélica por una prensa combativa, que servía de contrapeso a las instituciones.

Hoy con la criminalización judicial que se pretende hacer contra el comunicador australiano, Julian Assange, toda esa patraña se termina de evaporar. Estados Unidos en la cúspide de su soberbia quiere hacer pagar a Assange con una condena de 170 años de prisión ¿El delito? haber dejado desnudo al «Rey» con la filtración de documentos confidenciales más importante de que se tenga memoria.

Las revelaciones dejan en claro los crímenes de lesa humanidad cometidos por EE.UU. en Irak y Afganistán. Pero en su lógica supremacista es mejor «matar al mensajero», que analizar el mensaje. El veredicto sobre la extradición o no de Assange se conocerá el próximo 4 de enero de 2021.

Bloqueo a base de soberbia

Pero la soberbia hegemónica no se limita a lo comunicacional. Esa es sólo una de sus aristas. Con el bloqueo y las medidas coercitivas y unilaterales por un espacio de casi 6 años contra el país, se verifica uno de los mayores actos de arrogancia.

Ya van más de 300 acciones de presión entre «sanciones» y órdenes ejecutivas de EE.UU., diseñadas casi quirúrgicamente, para estrangular financieramente a la patria. Las consecuencias de este despropósito las sufre directamente el pueblo en su día a día: largas colas para surtir combustible, múltiples problemas para conseguir alimentos y medicamentos. En lo macro han habido pérdidas mil millonarias y la lamentable muerte de miles de compatriotas.

Un verdadero crimen de lesa humanidad, que no se justifica bajo ningún concepto. Sólo tiene cabida en la soberbia infinita de Donald Trump. Por eso el pueblo venezolano en su inmensa mayoría repudia este bloqueo genocida. Más de 90% de los encuestados en el sistema Patria exigen que estas «sanciones» sean levantadas y eliminadas.

Diputados eternos

Y la última muestra de esta soberbia hegemónica, viene dada con el anuncio de los diputados eternos. Los legisladores de la Asamblea Nacional en desacato, encabezados por el autoproclamado, Juan Guaidó, anunciaron esta semana que seguirán en sus curules después de enero de 2021.

Una verdadera locura, que sólo cabe en mentes delirantes que se creen «guapas y apoyadas», por el país que «gobierna» al mundo (EE.UU.). Si no cómo entender semejante «propuesta». El mandato de estos «caballeros» tiene fecha de vencimiento. Así lo establece la Constitución de la República de forma taxativa.

El 6 de diciembre de 2020 cuando el pueblo salga a votar en las elecciones parlamentarias, se abrirán las compuertas para que vuelva la sindéresis y el patriotismo al Poder Legislativo. Con el sufragio la gente que padece los rigores del bloqueo podrá barrer a estos crápulas. Ellos representan lo peor del antivenezolanismo. He aquí tres cuadros de la misma soberbia: Assange, el bloqueo y los diputados eternos.

 

 


 

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