Bolivia está sufriendo los embates de la pandemia por covid-19 justo en el peor momento de las últimas 2 décadas. La dictadura impuesta por Jeanine Áñez solo ha usado el coronavirus como una vil excusa para prolongar las elecciones generales. Estas debían realizarse a los 60 días después de aquel 11 de noviembre de 2019. Fecha en la que la oligarquía confabulada con el alto mando militar y policial dieron un artero golpe de Estado contra Evo Morales.
“Las condiciones no están dadas porque la cepa del virus todavía no se ha controlado». Así se ha expresado Áñez, quien ha hecho poco o nada para proteger al pueblo boliviano que ya registra cerca de 20 mil casos de covid-19 y casi 700 fallecidos.
Precisamente, Áñez y su gobierno de facto apoyado por la derecha internacional, solo usa la peor pandemia de la historia para eludir la obligatoriedad de efectuar elecciones.
Esa misma oligarquía ha destruido la institucionalidad en ese país latinoamericano. También ha perseguido a líderes políticos y sociales, privatizado las grandes obras construidas por la revolución plurinacional y ha condenado a los bolivianos al peor semestre en los últimos 14 años.
Evo Morales ha denunciado en medios de comunicación y redes sociales la ilegalidad de cada acción tomada por Áñez. Mientras promueve a Luis Arce para la primera magistratura. Quien según las encuestas más recientes, es el principal aspirante a retornar el hilo constitucional.
“Se está gestando un nuevo intento de proscribir nuestra participación en las elecciones generales», escribió el líder obrero en la cuenta del partido Movimiento al Socialismo (MAS). Denunciado una artimaña del golpismo que se apoderó de las instituciones bolivianas.