Alimentos adictivos: ¿Fábrica de obesos?

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La humanidad concentra todas sus energías en la lucha contra la covid-19. Obviamente, en la lista de prioridades, en materia de salud, una enfermedad que se sigue expandiendo como la pólvora, cobrando vidas a cada segundo es el principal obstáculo a vencer. Pero hay otros problemas concomitantes, que no por haber pasado a un segundo plano dejan de ser menos importantes.

Otra pandemia de la que casi no se habla es la obesidad, pero es una anomalía sanitaria que también se cobra muchas vidas anualmente. Y, lo que es aún peor, el propio sistema fomenta cada vez más las condiciones idóneas, para que este flagelo se torne cada vez más inmanejable.

Por un lado es harto conocido que las grandes urbes promueven un estilo de vida sedentario. No existe una cultura favorable a la realización de deportes o actividad física. Por el contrario especialmente entre niños y adolescentes, prevalece el gusto incontrolado por los videojuegos, redes sociales, televisión y el cine.

Alimentos adictivos

Y por otro, una industria de alimentos procesados, con dimensiones paquidérmicas, se ha refinado en las tácticas de fabricación de alimentos adictivos. Esto es, que funcionan literalmente como una droga, porque las personas una vez que los prueban no pueden parar de comerlos. El conocido eslogan publicitario de si te comes uno, te los comes todos, funciona tal cual.

De acuerdo con un estudio de reciente data, hasta el 20% de las personas experimenta una adicción a la comida. Así se desprende de las investigaciones de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), publicado en la revista Nutrients. Esta proporción es aún mayor entre las personas con obesidad.

«La adicción a la comida se produce por los mismos mecanismos cerebrales de placer y recompensa que actúan con otras <<drogas>>. Las personas que tienen adicción a la comida informan, incluso, que no pueden controlar el consumo de ciertos alimentos», explica la investigación.

El doctor Christian Assad, famoso en la comunidad de TikTok con más de 1 millón de seguidores, lo explica en términos llanos: «El punto es que empezamos a comer más cuando ya estamos satisfechos (…) Es muy fácil porque estimula el sistema de placer del cerebro como una droga. Entonces con el sistema dopaminérgico elevado, sale el placer, pero hay que ser realistas, no hay nadie en este mundo que diga ya no quiero sentir placer. Y por eso seguimos comiendo«, explica el especialista.

Deseos fuera de control

Por su parte, Enrique Jacoby, asesor sobre Nutrición y Actividad Física de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo resumía de este modo, hace algunos años. «Estos productos no están diseñados para satisfacer las necesidades nutricionales de las personas. Están diseñados para que se conserven por mucho tiempo en los estantes y generan deseos incontrolados de consumo que llegan a dominar los mecanismos innatos de control del apetito y hasta el deseo racional de dejar de comer«, añadió Jacoby.

Este principio bioquímico ha sido ampliamente estudiado por la industria mundial de alimentos procesados. Por ello se depuran cada vez más la técnicas, colocando aditivos, ingredientes artificiales (glutamato), colorantes, saborizantes y azúcares, que hagan de algunos de estos productos tentaciones irresistibles.

En la lista de los más adictivos, según la Universidad de Newcastle, figuran en este orden los siguientes: pizza, chocolate (altos en azúcares y grasas) y papitas fritas de bolsa. También galletas, helado, papitas caseras, hamburguesa con queso y refresco. Completan los pasteles, queso, tocino, pollo frito, cotufas (con mantequilla), rosquillas y ponquesitos.

Un producto con una «demanda altamente garantizada» tiene que ser también altamente lucrativo. Por otro lado, como destaca el sitio Chief Executive Officer, los alimentos procesados se encuentran disponibles todo el año, su preservación facilita la comercialización. Además, de acuerdo con este medio, el valor de la producción mundial de alimentos procesados en 2014 fue de 4 mil 911 millones de dólares. Y se estimaba que la cifra se ubicara en 7 mil 850 millones de dólares el año pasado.

Franca expansión 

Como se ve, con una industria con ganancias tan fabulosas, no hay ninguna perspectiva de que este gran negocio vaya a bajar. Todo indica, más bien que seguirá elevándose la producción de estos «venenos placenteros». De manera, que la única vacuna eficaz contra este este problema vendrá dada por la toma de conciencia y capacidad de cada quien para reducir, regular y/o suprimir aquellos artículos que no le convienen.

No obstante, ya desde el año 2015 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lo viene advirtiendo. «Las ventas de alimentos procesados industrialmente, incluyendo la comida rápida y las bebidas azucaradas, han aumentado de manera constante en América Latina y están ayudando al incremento de las tasas de obesidad en toda la región», según señala un informe del organismo.

Asimismo, los datos también muestran que el aumento del consumo de alimentos ultra-procesados se vincula fuertemente con el aumento de peso corporal en 13 países de América Latina estudiados. Esto es: (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).

Los problemas de peso afectan seriamente la salud. Hay múltiples afecciones asociadas, entre ellas: diabetes, cáncer, hipertensión, síndrome metabólico, hiperlipidemia e hígado graso.

Pequeños ajustes 

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que desde 1975 hasta la fecha la cifra de obesos en el mundo se ha triplicado. Para 2016 se contabilizaban 650 millones de personas con obesidad, de los cuales 340 millones eran niños o adolescentes.

Estamos frente a un verdadero problema de salud publica, que se agrava aún más con los regímenes de confinamiento por la pandemia de covid-19. Lo que aumenta los niveles de ansiedad y las ganas incontroladas de comer. ¿Son estos alimentos adictivos una fabrica de obesos?, todo indica que, aunado a otros factores, sí lo son.

Pequeños ajustes en nuestras vidas cotidianas como aumentar gradualmente la actividad física, aumentar sustancialmente la ingesta de frutas y vegetales y erradicar los productos procesados, dan excelentes resultados a corto, mediano y largo plazo.  Sólo hay que atreverse a dar el primer paso.

 


 

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