Por: Carola Chávez.
¡Sorpresa! Guaidó no fue. Él no estaba ahí cuando firmó el contrato, con su puño y letra, con sus tres punticos masones, como los de J.J. Rendón, que sí estaba ahí cuando firmó el contrato mercenario con Guaidó, Vergara y Goudreau.
“Vaya usted a saber cómo llegó esa firma ahí” –dijo Guaidó, que no controla ni siquiera lo que hacen sus manos. Los títeres son así.
Un contrato minucioso donde detallan con sadismo cada asesinato, con bonos extra, dependiendo de la víctima, como si fuera un video juego. Armas de todo tipo para llenar al país de sangre por lo siglos de los siglos. La instalación de franquicias paracas gringo colombianas en nuestras ciudades y pueblos. Detallados, por supuesto, los clásicos daños colaterales, es decir, los que morirían por estar pasado por ahí, por estar mal parados. Víctimas sin importancia, estorbos que, bueno ¿quién los mandó a estar ahí? Detallado también el botín, el saqueo, punto por punto, con los tres puntos masones de la firma de Guaidó al final, como un broche de mierda.
Pero Guaidó no fue, porque esa invasión fallida era un pote de humo que no pasó… bueno, sí pasó, pero él no fue, que fue un invento del gobierno que se auto intentó invadir para luego masacrar a los invasores, que el gobierno no masacró, así que exigimos que se respeten los derechos humanos de estos héroes libertarios que solo querían matar –democráticamente- a Maduro y a todo lo que oliera a chavismo, según especifica el contrato firmado por Guaidó, que no firmó porque “¡vaya usted a saber cómo esa firma llegó ahí!”.
Cuarenta páginas de infamia como guión del intento de invasión fallido, varias decenas de mercenarios capturados, delatando a todos con el despecho de quien fue abandonado, usado, botado, y pateado, como un vasito de cartón.
Ante el hecho más escandaloso, por grotesco, por rastrero, por cobarde, miserable, ruin, de la historia reciente y no tan reciente de Venezuela, la dirigencia opositora calla y otorga, a cambio de cinco mil dólares mensuales con retroactivo. Una migaja babosa de los millones y millones que se han robado Guaidó y sus amiguis de rumba, pero algo es algo…
Desvían la atención los medios dependientes de Elliot Abrams, acusando a las fuerzas de seguridad del Estado de perseguir a los mercenarios, de capturarlos, de mostrarlos rendidos. Periodistas prepago escandalizados porque los colegas mercenarios aparecen en las fotos de rodillas, sin camisa, despeinados, porque esta dictadura malvada no les ofreció una ducha, ropa limpia y un Toddy frío. Aspavientos para que no se note que los capturamos vivos y sin un solo rasguño. Y así, una puerta rota en la Colonia Tovar la convierten en el símbolo de la brutalidad de una dictadura que no tiene piedad ni con las puertas de madera de un lugar feliz donde solo hay fresas con crema y salchichas… y bueno, unos cuantos mercenarios escondidos, pero ese es un detalle menor…
Una periodista dependiente del Maria Corina Times –conocido también como PanAm Post–tuiteó su indignación: “Cada foto de militares de la #OperaciónGedeón detenidos y obligados a posar de rodillas para que el régimen la muestre como un trofeo, es una gotita más en el casi repleto vaso de los militares jóvenes y de la tropa profesional. Humillarlos sólo despierta más malestar en la FANB”. Y es que según su óptica, el malestar en la FANB se despierta porque se captura a unos mercenarios y se les muestra de rodillas, y no porque estos mercenarios se pusieron bajo el mando de un gobierno extranjero para agredir a su propio país. #JeSuisMercenaria, le faltó escribir.
Cayendo en barrena, tras es fracaso de la más atroz acción emprendida contra nuestra Patria, el antichavismo más delirante se refugia en las redes sociales y adopta como líder “popular” instantáneo a un pran de Petare, –aló mami, no vengas para acá– y lanza una convocatoria tuitera a la “calle, calle y más calle”, porque “Wilexis somos todos”. Y, claro, nadie quiso ser Wilexis y la convocatoria en Twitter murió.
Y como su títere con acné, en la Casa Blanca también se lavan las manos embarradas de mierda indeleble y dicen que si esa invasión hubiera sido ordenada por ellos, no habría fallado, como si nosotros no supiéramos que llevan 20 años fallando. Lo sabemos nosotros, pero no el antichavismo, siempre soberbio, que prefiere lamerse la herida reafirmándose en la mentira de siempre: que cuando fallan, ellos no fueron, sino que fuimos los chavistas que ahora inventamos invasiones mercenarias para tapar la escasez de gasolina, o sea, you know.
Así es como el antichavismo, atrapado en ese laberinto sin salidas políticas, constitucionales, nacionales, pacíficas, ooootra vez, se refugia en la negación y el absurdo para no tener que lidiar con la reflexión y la razón. Y desde ahí vuelven a elaborar otros planes cada vez más miopes, más desesperados y más violentos, más criminales y aparatosos y cuando, inevitablemente, vuelvan a fracasar, dirá el títere de turno –porque ya Guaidó va de salida– que él tampoco firmó.
¡Nosotros venceremos!
CAROLA CHÁVEZ
Publicado en CEMD.