En una comparecencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos el pasado 4 de agosto, el representante de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela, Elliott Abrams, dijo que su país estaba “trabajando duro” para que Nicolás Maduro abandone la presidencia del país suramericano antes de que culmine el año.
Abrams, cuya trayectoria permite caracterizarlo como lo que en Estados Unidos se llama “looser”, es decir un perdedor, una vez más fracasó en Venezuela. Hoy 20 de enero, Nicolás Maduro continúa en Miraflores mientras que, quien se va, es Donald Trump, jefe de Abrams.
En la audiencia antes mencionada denominada: “Venezuela en las garras de Maduro: evaluando el deterioro de la seguridad y la crisis humanitaria”, Abrams afirmó que esperaba que Maduro “no sobreviva a [este] año” agregado que “estaban trabajando duro para que eso suceda“. Pues parece que o no trabajó muy duro y se conformó con creer las fantasías que le dibujaba la trasnochada oposición venezolana o, a pesar de trabajar muy duro, el pueblo venezolano, su gobierno y sus fuerzas armadas le ganaron la partida.
En la misma comparecencia, este delincuente condenado por el escándalo “Irán–Contras” mientras servía al gobierno de Ronald Reagan, señaló que la caída de Maduro dependía del rechazo de los venezolanos a los resultados de las elecciones parlamentarias que se hicieron en diciembre pasado. Lo cierto es que en Venezuela sí hubo elecciones, sí se eligió una nueva Asamblea Nacional y ya Nicolás Maduro acudió a ella para entregar la memoria y cuenta de su gestión del año 2020, cosa que Trump no podrá hacer.
En una entrevista previa que había dado el 22 de abril a la periodista Elizabeth Fuentes publicada en el portal El Cooperante, Abrams había diseñado algunas pautas de su plan para Venezuela. Entendiendo que no es posible un futuro para el país sin la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y a pesar de todas las derrotas que ésta le propinó a la estrategia imperial, Abrams recurrió a sus bajos instintos al afirmar que “Una Venezuela con el Fondo Monetario, el Banco Mundial, los Estados Unidos y la Unión Europea será un país más rico para [la FANB] también”. Es evidente que en Harvard y en la London School of Economics donde estudió este recalcitrante sionista no le enseñaron historia de Venezuela.