Como dicen las gloriosas notas de nuestro himno nacional, este domingo 6 de diciembre con cada voto depositado en la urna electoral estaremos echando abajo las cadenas. Ciertamente, votando pacíficamente y en masa estaremos rompiendo la estrategia genocida de quebrarnos mediante un feroz cerco económico y financiero.
Con una labor diligente, transparente y verificable, el Consejo Nacional Electoral (CNE) tiene todo a punto. Así nos encaminamos a la elección número 25, en 20 años de revolución. Contra viento y marea hemos llegado hasta esta orilla, luego de confrontar no pocas vicisitudes.
Los 5 años de gestión de esta nefasta Asamblea Nacional en desacato, seguramente pasarán a la historia como el peor parlamento del país. Y es que la estela de muerte y precariedades asociados en línea directa con el guaidosismo y lo que se conoce como el G4-RP no tiene parangón alguno.
Sin embargo, ya estamos a tan sólo horas de poder expresar nuestra opinión pacíficamente de forma directa y secreta, como corresponde a un verdadero sistema democrático. Será la ocasión perfecta para pasarle la cuenta a estos verdaderos mercenarios de la política quienes por 4 monedas, son capaces de vender a su propia madre al mejor postor.
Abundan las razones
Motivos para votar en contra de estos apátridas sinceramente sobran. Guaido y sus más cercanos colaboradores se apropiaron de Citgo, Monómeros, el oro de Inglaterra, entre muchos otros despojos a la nación.
Asimismo, entre 2014 y 2019, el ingreso petrolero nacional decreció a 99%. Ese sería uno de «los grandes logros» del Guaidosismo. Pero además todas las variables macroeconómicas se han visto afectadas, mediante operaciones desleales, la mayor parte de las veces basadas en mentiras y en el robo de fondos a la república.
Ha sido una lucha tan desigual como titánica. Los EE.UU. se han valido de todo su poderío, para intentar quebrarnos. Sin embargo el pueblo cada día está más consciente de que todo el daño sufrido, es organizado desde Washington e instrumentalizado en el país por Juan Guaidó y sus secuaces.
Ni siquiera la pandemia de covid-19 les ha frenado. Al contrario durante la emergencia por la propagación del coronavirus o Sars-Cov-2, han arreciado las mal llamadas sanciones. Se ha perseguido incansablemente la importación de medicamentos e insumos médicos. Y además se han obstaculizado operaciones en el exterior de trasplante de médula ósea y de riñón. Por este motivo, tampoco se han podido realizar intervenciones quirúrgicas a niños de Venezuela y diversos países del mundo, en el Hospital Cardiológico Infantil de Montalbán.
Sin duda un crimen de lesa humanidad, cuya finalidad no es otra que propiciar un cambio de régimen. Como si los presidentes en Venezuela los eligieran desde la Casa Blanca. Ese sería el verdadero «sueño» de los EE.UU y sus autoridades: probar y explotar a placer todos los campos petroleros.
Interés energético
He allí el kit de la cuestión. El meollo, lo esencial de tanto ataque por medios convencionales y semiconvencionales, se reduce al tema energético. Los de Washington quieren echar mano, a como dé lugar, de los recursos naturales de Venezuela. Más si este es el país de la mayor reserva petrolera del mundo, con una cifra estimada en poco más de 300 mil millones de barriles de petróleo.
Por eso, votando echamos abajo las cadenas del neocolonialismo norteamericano. Pero también desechamos el racismo supremacista, de una sociedad arrogante, inculta y fanáticamente religiosa.
A lo interno del país, las elecciones representan un profundo espaldarazo a los principios de Patria y soberanía popular. Con las parlamentarias del 6D estaremos diciendo: «Abajo cadenas» como sabiamente expresa nuestro himno nacional.