A Venezuela no la detiene nada ni nadie. Nos han infligido daños terribles en lo social y económico, es verdad. Pero tal hostigamiento sólo ha servido para activar los resortes morales de un pueblo aguerrido con una historia dorada de lucha y resistencia. La ciudadanía se prepara para una verdadera fiesta democrática, donde los votos representarán un grito con altavoces de nuestro profundo repudio a la violencia y al chantaje de los mequetrefes de la política (interna y externa).
Ni el bloqueo, ni la pandemia, ni el odio de los Guaidó y los Borges, han logrado amilanar a nadie. El cronograma electoral sigue su curso cual lo previsto. Y el Consejo Nacional Electoral, conducido con firmeza y ponderación por su presidenta, Indira Alfonzo, tiene todo listo para el simulacro de este domingo 25 de octubre.
Un total de 381 centros de votación estarán habilitados para que el venezolano se familiarice con sus máquinas de votación. Todos tendremos la oportunidad de confirmar que será un proceso sumamente sencillo. Y completamente seguro, transparente y por sobre todas las cosas gratificante. Siguiendo el ejemplo de la hija predilecta de Bolívar, el próximo 6 de diciembre, daremos como el pueblo boliviano una contundente y masiva lección de civismo. Nos revelaremos con votos contra el fascismo, asesino, racista y supremacista de allá (Trump) y de acá (Guaidó).
Arrastrada en la alfombra
Mientras el pueblo venezolano se prepara para conquistar una histórica victoria, que permitirá renovar el Poder Legislativo y rescatarlo de las garras del terrorismo, la vetusta Organización de Estados Americanos (OEA) sigue echada en la alfombra, a los pies del amo.
En el paroxismo de la sumisión, el expresidente, Pedro Pablo Kuczynski, destituido por corrupto, dijo que América Latina debía ser como un perrito en la alfombra de EE.UU. Recomendación que ha tomado al pie de la letra otro personaje nefasto, como Luis Almagro. Un fantoche, otrora de izquierda, que mantiene su obsesión con Venezuela. Y ahora encabeza una nueva maniobra para aumentar la «presión internacional».
La resolución emitida contra el país, en el seno de esa instancia vergonzosa, y con el voto aprobatorio de 21 países satélites de Washington, representa un oprobio. Exigen al gobierno bolivariano elecciones presidenciales libres y transparentes. Se trata una jugada injerencista a más no poder, pero no dicen una palabra del bloqueo genocida. Y mucho menos dan el visto bueno a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, que son las únicas previstas este año en el calendario electoral venezolano. No podía esperarse menos de un sujeto tan reptiliano como Almagro.
El colmo del descaro
Y la guinda del pastel de esta bochornosa OEA de Almagro, viene con el pronunciamiento en torno a las elecciones presidenciales de Bolivia. La felpa de votos que dio el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) boliviano, Luis Arce, fue tal que no les ha quedado más remedio que aceptar el triunfo a regañadientes.
Lo hacen obligados, como explica el analista, Atilio Borón, porque la diferencia fue aún mayor que lo proyectaban las encuestas. Con una brecha de casi 20 puntos era imposible pretender desconocer una elección. En cambio, con un margen amplio de votos a favor, pero no tan «contundente» de 10 puntos, como el que favoreció a Evo Morales, hace un año, sí se atrevieron a escamotearle el triunfo al histórico líder indígena. Entonces implantaron un gobierno de pacotilla, bajo el mando de la dictadora, Jeanine Áñez.
Esa OEA de Almagro avaló un vulgar golpe de Estado, con su estela de muerte, represión y persecuciones. Pero mientras esa cosa tan fea sigue echadita en su alfombra de ignominia. Los pueblos del continente están preparando sus rebeliones con votos. Ya iniciaron el camino en el Altiplano, le seguirá el pueblo venezolano el 6 de diciembre y, como apunta Borón, quien quita que le den continuidad a esta nueva oleada libertaria en Ecuador, Chile, Paraguay y Brasil.