Por lo general, el hacedor de la política económica –policy makers– se enfrenta a una serie de decisiones que implícitamente tienen un “trade-off”. Es decir, se da una dinámica, cuya característica principal es la de ponderar la relación costo-beneficio. La mayoría de las veces, se ofrece un cierto provecho de algo a cambio del sacrificio en algún otro aspecto.
Justamente, en ese punto radica la complejidad de tomar las decisiones económicas. Para el pensamiento dominante es absolutamente natural este tema. En el esquema hegemónico, el ser humano es reducido a una variable, circunscrita a su vez a famosos “supuestos”, que por lo general nunca se cumplen. Por esta razón, sin prurito alguno se implementan “sabias decisiones”, bajo la promesa de mejorar las condiciones económicas, a costa del sacrificio de la población más vulnerable. Ello ha sido la clave, que asegura la rentabilidad del capital de los sectores pudientes, desde hace mucho.
Actualmente, existe una feroz campaña que cuestiona la política monetaria implementada por el Banco Central de Venezuela, para controlar el exceso de liquidez que, entre otras variables macroeconómicas, impacta sobre el nivel de precios en el mercado interno.
Sabemos que la inflación no es un problema exclusivo de exceso de liquidez. Sin embargo, al aumentar la cantidad de bolívares en circulación, en un contexto de caída progresiva durante siete (07) años del Producto Interno Bruto (PIB), esos bolívares van a buscar bienes y servicios –demanda Interna– en un mercado contraído, generando una presión alcista. Es un rasgo elemental.
Ciertamente, la instrumentación de una política monetaria de corte restrictivo, circunscrita a un contexto macroeconómico sumamente desfavorable como el que atravesamos, pareciera no ser muy apropiada. No obstante, su instrumentación permitió estabilizar el tipo de cambio. Y con ello redujo significativamente la velocidad de crecimiento de los precios en el mercado interno. Sin embargo, todo se logró a costa de una estricta contracción del crédito bancario, lo que a su vez generó condiciones, para acentuar el estancamiento de la actividad productiva. Así se acentuó la contracción del PIB.
Lo hemos dicho reiteradas veces, en economía, como en la vida en general, no existen soluciones mágicas. No hay una “varita” para resolver en un abrir y cerrar de ojos los desequilibrios macroeconómicos, que registra nuestro país. Se han cometido errores en laconceptualización e instrumentación de la política económica, eso no está en discusión. Empero, la única forma de superar la crisis es con disciplina y planificación económica. La improvisación, la buena fe y los buenos deseos de nada sirven, amén del criminal bloqueo comercial y financiero que nos impone el Gobierno de los Estados Unidos.
Entonces, es necesario concebir la política económica, como una estrategia integral, donde los diversos instrumentos de política persigan objetivos comunes. Yexista sincronización dinámica, entre la política fiscal y la monetaria. Todo ello con el objeto de generar condiciones macroeconómicas, para revertir la caída de la actividad productiva, alcanzar su estabilidad y posteriormente iniciar la senda del crecimiento. Esto de la mano con un Estado sólido que vele por una distribución equitativa de la riqueza creada en el seno de la sociedad.