Al principio asumieron una posición de crítica a priori, frente al plan de Universidad en casa impulsado por el ministro de Educación Universitaria, César Trómpiz. Sin embargo, la contundencia de los hechos nos les ha dejado más remedio que recapacitar. Por eso ahora luego de casi un semestre de la pandemia de covid-19 en el país, autoridades de diversas casas de educación universitaria entran en razón y comienzan a aceptar las bondades de las clases a distancia o virtuales.
Es el caso de la Red Universitaria por los Derechos Humanos (RedUni), institución que ha organizado un foro bajo el sugestivo título de: Los retos de la educación virtual universitaria en tiempos de pandemia, que se llevará a cabo este viernes 14 de agosto desde la plataforma Zoom, a partir de las 10:00 am.
Entre los panelistas de esta actividad, destaca la participación la rectora de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Cecilia García Arocha, quien intervendrá como ponente. La profesora desarrollará la presentación: El rol de la universidad en la planificación del proceso de aprendizaje virtual para garantizar que se cumplan los objetivos académicos.
Giros copernicanos
Con este trabajo García Arocha asume, al menos formalmente, que la relación profesor-alumno, a través del medio digital es una realidad que ha llegado para quedarse. Esto a corto y mediano plazo. Y es que los expertos sanitarios han ratificado que, de momento, uno de los métodos más eficaces de prevención siguen siendo el distanciamiento físico y la cuarentena.
Por su parte, el profesor Raúl A. Casanova Ostos, rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, apunta en la misma dirección. El docente desarrollará una exposición acerca de: La evaluación tradicional versus la evaluación virtual en el nuevo diseño curricular.
Tanto la ponencia que desarrollará García Arocha, como la de Casanova Ostos, representan lo que se podría llamar en el mundo científico un giro copernicano. Es decir, un quiebre radical con la posición jugada hasta no hace mucho por otros gremios del sector. Como por ejemplo la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv).
Ciertamente, las autoridades de la Fapuv emitieron ácidas críticas contra las gestiones del ministro de Educación Universitaria, César Trómpiz, para maniobrar en torno a la pandemia y salvar el año académico. Para esta organización el plan de Universidad en casa, era sencillamente “imposible”.
Posición inicial
Según manifestaron en su oportunidad el plan de Universidad en casa carecía de estructura y objetivos. Se realizó de manera inconsulta y violaba el principio de autonomía universitaria.
“Se está violando la actividad de cátedra que la ejerce cada profesor (…). Los planes de estudio se aprueban en las universidades, se intervienen en las universidades, se modifican en las universidades y la libertad de cátedra la ejerce el profesor”, declaró su momento, Keta Stephany, Secretaria de actas, memorias e información de la Favup.
Aquellas altisonantes declaraciones de Stephany se dieron comenzando el mes de abril de 2020. Fecha en que el gobierno nacional comenzaba a afinar la metodología para lidiar con la letal pandemia global, que ya ha infectado a más de 19 millones de personas y ha segado la vida de más de 700 mil ciudadanos en el mundo.
A pesar de las dificultades por todos conocidas, el Plan Universidad en casa desarrollado por el ministro Trómpiz no sólo se pudo ejecutar, sino que exhibió resultados sumamente favorables.
Hazaña heroica
De acuerdo con Trompiz en este año 2020 tan atípico se graduaron en el país 70.944 profesionales tanto de la educación pública, como de la educación privada. Asimismo, en el Sistema Nacional de Ingreso ya se han inscrito un total de 346.562 estudiantes. Esto representa un 92 por ciento de la meta de inclusión para el año 2020.
Por su parte, el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, también ha destacado las bondades de este sistema de pedagogía a distancia en los niveles de preescolar, primaria y bachillerato. Con el plan Cada familia una escuela, en medio de la pandemia, lograron graduarse más de 600 mil estudiantes, que van desde el nivel semillita, hasta bachilleres y educación para adultos.
Ante el éxito de estas iniciativas de educación a distancia y frente a los retos que plantea el coronavirus, el presidente, Nicolás Maduro, ha anunciado que estas propuestas se seguirán perfeccionando. En tal sentido, el primer mandatario cedió al ministerio de Educación la plataforma de Vive TV, para que se puedan incrementar la producción de contenidos audiovisuales de pensados para la teleeducación.
Relaciones tormentosas
El gobierno nacional y el sector universitario, especialmente las principales universidades públicas como la UCV, la Universidad de los Andes (ULA) y la Universidad de Oriente (UDO), entre otras, no han tenido las mejores relaciones, en los últimos 20 años.
Esto se debe fundamentalmente a un choque de visiones. El gobierno y sus autoridades por un lado defienden la necesidad de una universidad orgánica, comprometida con la búsqueda de soluciones teórico-prácticas a los problemas estructurales del país. Esto incluye, por ejemplo, la superación del rentismo petrolero y –en líneas generales- la construcción de una sociedad más equitativa, con mejores oportunidades para todos sus integrantes.
Los claustros universitarios, paradójicamente, como la UCV, fueron trinchera de lucha de un pensamiento latinoamericanista y contestario, en los años 60 y 70. Pero en la actualidad en su gran mayoría ha dado un viraje a posiciones corporativizadas.
Es un fenómeno que se conoce como la mercantilización de la educación. Y tiene sus bases en dos eventos fundantes, 1) la caída del muro de Berlín y a consolidación del paradigma neoliberal. Y 2) el denominado proceso de Bolonia (1999), en el que los ministros de Educación de la Unión Europea se sometieron a una visión empresarial de la educación superior.
El que paga manda
Como explica el comunicólogo español, Vicente Romano, con el plan de Bolonia las autoridades de las universidades europeas copian el modelo norteamericano. Y este, a su vez, se distingue por:
Universidades, “controladas por un consejo de regentes provenientes en su mayoría del mundo de las corporaciones económicas. Nadie los ha elegido para el cargo en el que ellos mismos se perpetúan. Aunque carentes de experiencia académica estos regentes detentan el control legal de la propiedad y de las políticas de estas instituciones”.
Es bien sabido que, como dice el refrán, quien pone la plata, pone la música. Por ello, en el modelo occidental las autoridades universitarias adecuan sus currículos académicos, sus líneas de investigación y su filosofía de trabajo a las necesidades del mundo corporativo.
Los estudiantes son formados también bajo parámetros corporativizados, con escaso o nulo sentido de pertenencia por el país o la sociedad que les brinda soporte. Amén de que en un formato mercantilizado sólo hay lugar para los integrantes de hogares pudientes.
Desmercantilizar para la vida
Otro destacado científico social, como el sociólogo norteamericano, Inmanuel Wallerstein, ha señalado la necesidad urgente de desmercantilizar la educación a todos sus niveles. Sólo así se podrán abordar los problemas más urgentes de la humanidad, y avanzar en la búsqueda de soluciones colectivas.
En el caso venezolano el modelo corporativizado de la educación ha sido cabeza de playa para animar las llamadas revoluciones de colores. El formato de la guarimba tiene sus orígenes en una generación de líderes estudiantiles formados bajo este esquema tecno-empresarial.
Igualmente, las autoridades de importantes universidades como la UCV y la ULA, entre otras, han estado envueltas en numerosas denuncias de corrupción administrativa. Así como, desvío de fondos, abandono de la planta física y obstaculización de la realización de elecciones internas.
Como se ve dos modelos contrapuestos. Que al menos, por ahora, logran las autoridades un punto de acuerdo en cuanto a la necesidad de la educación a distancia en tiempos de pandemia. Y probablemente de post pandemia.