15 de junio de 1813, se cumplen 207 años del Decreto de Guerra a Muerte. Corrían los días de la Campaña Admirable y con ella la determinación de independencia en el cabalgar de los patriotas por los parajes más difíciles del territorio nacional. Campaña Admirable la llamaron porque un ejército pequeño en condiciones geográficas muy complejas, logró derrotar al imperio español.
Además porque fue una guerra marcada por la lucha de clases, una guerra donde el pueblo se sumó en todas sus manifestaciones al llamado del Libertador, una campaña que aún en la actualidad es estudiada en latitudes del mundo por su majestuosidad, estrategia y gloria; como diría el escritor venezolano Eduardo Blanco:
“Nada es capaz de detener su vuelo de pujante voluntad; ante aquel propósito inmutable desaparecen las distancias, se aplanan las montañas, simples arroyos parecen los caudalosos ríos, y trillados caminos las quiebras de los montes y el escabroso lecho del torrente. Aquella pasmosa rapidez de movimientos y designios da a Bolívar la ventaja en todas circunstancia (…)”.
El decreto histórico
Bolívar estaba resuelto a la victoria. Es entonces, cuando en Trujillo convoca a todas las voluntades a sumarse a la causa patriota y a colocar la libertad de la Patria por encima de cualquier interés, a través del Decreto de Guerra a Muerte, donde reclama:
«¡Españoles y Canarios! Contad con la muerte aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. ¡Americanos! Contad con la vida aún cuando seáis culpables (…)» de esta manera Bolívar fijaba la idea de Nación que aún debía impregnar en el espíritu de los pobladores de Venezuela.
Fue el decreto que determinaba la decisión irreductible de vencer, la espada firme contra la traición. De allí continuaría Bolívar junto al ejército patriota, en la campaña que fue recorriendo el país hasta tocar la inmensidad de Carabobo en el año 1821 en la Batalla de la Victoria, cumbre de la independencia.