La carrera por la presidencia de los Estados Unidos entra en su fase de máxima incertidumbre tras el desplome de la economía en ese país, producto de la crisis del covid-19.
En el 2016 Donald Trump basó su victoria en las elecciones presidenciales en la economía, lanzando un mensaje en el que apostaba por ayudar «primero a los americanos» y por fortalecer la situación financiera del país.
En consecuencia su equipo electoral había planificado hacer de la próspera economía estadounidense el foco de la campaña 2020 pero esa estrategia naufragó.
Antes de la llegada del virus, estudios preveían la reelección de Trump con un 55% del voto popular. El tambaleo de la economía y la respuesta vacilante de Trump a la crisis desatada obviamente han ayudado a Biden.
Las encuestas muestran que Joe Biden sacaría entre 4 y 5 puntos de ventaja a Trump en toda la nación. Biden también lidera la mayoría de estados en disputa, los cuales probablemente determinen al ganador en noviembre de este año.
China es el elemento decisivo
Ante ese desalentador panorama económico, aparece China, país que ha sido responsabilizado por Estados Unidos de la pandemia, siendo acusado de «responder muy lentamente a su contagio global».
De esta forma, el gigante asiático se ha convertido rápidamente en un centro de atención en la carrera presidencial de Estados Unidos con Trump y Biden gastando millones de dólares en campañas publicitarias antes de las elecciones del 3 de noviembre.
Odio y xenofobia
Según una encuesta de Pew Research Center, dos tercios de los estadounidenses ven a China con malos ojos. Esto explicaría por qué la campaña de ambos candidatos, se ha enfocado en ese odio creciente de los estadounidenses hacia China.
Trump para apuntalar su discurso de reelección, afirma que Biden no será tan duro con Beijing como lo es él, su equipo de asesores aparentemente cree que el mandatario puede obtener alguna ventaja de sus ataques verbales contra China, por tanto varios anuncios publicitarios circulan actualmente en las redes sociales, cuyo objetivo evidente es vincular al candidato demócrata, Joe Biden, con China, quieren mostrarlo como amigable con el gigante asiático.
Por su parte, Biden argumenta que Trump está ayudando a China al socavar las relaciones del país con sus aliados y reducir el papel y la influencia de Estados Unidos en las instituciones internacionales.
En declaraciones concedidas a la cadena de noticias CNBC, recientemente y con relación al tema China – Hong Kong, Biden dijo: «Deberíamos estar llamando al resto del mundo a condenar sus acciones, criticando a Trump por un silencio «sobre cuestiones de derechos humanos que el ex vicepresidente dijo que era devastador para la gente de todo el mundo». «Todo lo que hace es alentar a los matones y dictadores, que, de hecho, creo que el presidente tiene algún tipo de afinidad».
Estudios proyectan a Biden como ganador pero recuerdan que restan 6 meses y una China en el horizonte.
Según un modelo predictivo desarrollado por Oxford Economics, se prevé que Donald Trump sufra una «derrota histórica» por culpa de la crisis del coronavirus. De hecho, escriben literalmente que «se necesitaría un milagro económico para que los bolsillos favorecieran a Trump; la economía será un obstáculo casi insuperable» para el presidente el próximo mes de noviembre.
En el mismo orden de ideas se pronunció este jueves la publicación inglesa The Economist al lanzar su primer pronóstico estadístico de la elección presidencial en el país del norte, calculando que Joe Biden tiene actualmente un 83% de posibilidades de ganar la presidencia.
Los autores del informe afirman que hasta 7 estados cambiarán de color y darán la victoria a los demócratas: Iowa, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Ohio, Misuri y Carolina del Norte. Eso supone que la derrota de Trump sería aplastante, y hasta se atreven a predecir el resultado: 328 a 210 a favor de Joe Biden.
Este resultado otorgaría a Biden el 65% del voto popular y a Trump solo el 35%. Biden ganaría las elecciones por 328-210 votos electorales, el peor resultado para un presidente en ejercicio de sus funciones, desde que Jimmy Carter perdió contra Ronald Reagan en 1980.
