8 años han pasado desde el inicio de la invasión y conflicto armado en Libia, avalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como respuesta al comprobado montaje de la plaza mayor de Trípoli, que simuló la “masacre” de civiles que participaban en las protestas “pacíficas” contra el gobierno Libio; conflicto que ha costado la vida de más de cinco mil personas, desplazado a más de un millón de sus hogares y dividido a Libia en varios centros de poder político, que unido a la proliferación de grupos armados y el contrabando han costado al menos 200.000 millones de euros al pueblo. Situación de caos promovida y aprovechada por los países occidentales y sus corporaciones obtener poder y ganancias.
Razones de la invasión
Luego de una historia marcada por el colonialismo y los divisionismos territoriales y étnicos, Libia renace como una potencia con la llegada de la revolución verde liderada por Muamar el Gadafi, quien en 42 de años de mandato de gestión soberana de los recursos de la nación, logro establecer el sistema de seguridad social más avanzado del continente africano, garantizando el acceso gratuito a la tierra, la vivienda, la salud y la educación, que les permitió alcanzar el 83% alfabetismo.
Por otro lado el líder Libio, fungió como principal promotor de la unión Panafricana, que impulsaba la idea de desarrollo del continente lejos de la tutela de las grandes potencias económicas occidentales, que por años se habían dedicado a saquear el país. Elementos que resultaron suficientes para que los EE.UU. y sus aliados de la OTAN iniciaran una incursión militar que no solo acabaría con la vida y el gobierno de Muamar el Gadafi, sino que sumiría al país a la peor crisis de su historia.
Estrategia de EE.UU.
Bajo la afirmación “si el siglo XX fue el siglo americano, el siglo XXI también deberá serlo” el gobierno de Georges Bush promovió el denominado “Informe 2000”, documento que plasmaba la estrategia norteamericana de la guerra preventiva y permanente, que supone la construcción de nuevos escenarios de guerra múltiples y simultáneos con una contra países medianos, pequeños y débiles pero sumamente estratégicos para los intereses económicos de la nación; idea que fue comprada y puesta en marcha por el controvertido premio nobel de la paz, Barack Obama y vigente hoy mas que nunca en la administración de Donal Trump, principal aliado de la derecha venezolana promotora , acérrima del intervencionismo, como instrumento de «mitigación» de diferencias políticas.