Hemos vivido estos últimos años tanto y tan en contracorriente, que llega la pandemia y es como si nos hubiéramos estado preparando durante todo este tiempo para enfrentarla. Han sido más de veinte años de resistencia, cada vez más organizada. Con cada golpe una nueva y más efectiva forma de organización social, una nueva estrategia para sumar a las anteriores, entretejiendo una especie de escudo que, en lugar de abollarse, se fortalece en cada batalla.
Han sido años sorteando el caos que propone y desea la oposición antichavista. Sabotaje económico, petrolero, Lorenzo en guerra, meses de encierro guarimbero, un año sí, el otro también. Ahora, además, bloqueados, sin acceso al sistema financiero internacional, correíta de perros para domesticar países. Asfixiados nos querían, llorando, pidiendo clemencia de rodillas. Y nada, aquello no cuaja. Mientras más aprieta la asfixia, más inventamos nuevas formas de respirar.
Con cada invento, la burlita. El CLAP: Una caja de comida con gorgojos. Un bozal de arepa sin harina Pan, un chantaje político que cambia un kilo de arroz por un voto. Una caja solo para enchufados. Una caja que no le llega a nadie porque se la roban, una caja que nadie quiere… una caja que todos mis vecinos opositores reciben de mis propias manos chavistas.
El carnet de la Patria: ¡como los adecos!”, dijeron los expertos de izquierda, “un carnet que excluye a los adecos”, dijeron los expertos de derecha. Un vilipendiado carnet de la Patria que 19 millones de venezolanos se sacaron. Es decir, lo sacaron los chavistas, lo sacaron los expertos de izquierda sintiéndose, eso sí, un poco adecos por sacarlo, y lo sacaron los adecos, justicieros y guarimberos, por si acaso les caía un bono hurribli: “Dádivas para un pueblo que hay que enseñar a pescar” –decían unos por aquí. “Bozal de miseria”, decían otros por allá, pero nadie le dio clic al botoncito para rechazar su bono.
Patria, una página web, una plataforma de espionaje castro chino comunista. ¿Cómo que voy a meter mis datos ahí? -refunfuñaban a todo gañote opositores rehenes de las cadenas de Whatsapp, mientras se registraban en esa página, calladitos.
Los inventos Nicolás, el Presidente más subestimado de la historia. Eso por un lado.
Por el otro, Chávez por el mundo, como redescubriéndolo, quitándonos el velo occidental que nos mantuvo ciegos, aislados, dependientes… Chávez en China, Nicolás con Xi Jinping y “¡ay qué horror! ¡Esos chinos que solo venden baratijas!… decían los expertos. ¡Y comen perros!” –agrega siempre el inefable demócrata xenófobo amante de los “peluditos cuatro patas”. Chávez con Putin, “Rusos malvados de siempre”, Nicolás en Moscú, la piedra de tranca y el imperio ruso nunca fue tan imperial. Y ni hablar del imperio cubano, con su ejército de médicos que salvan pobres
Y llega una pandemia y desnuda lo que nos vendieron como las grandes virtudes del capitalismo y del “mundo libre”. Europa desbordada, contando con una unión que no existe, con organismos de asistencia recíproca que solo sirven para inventar guerras, en un aliado que no es aliado de nadie. Europa se traga su soberbia y recibe la ayuda de los malvados chinos y rusos, enemigos impuestos por el aliado que hoy ni los ignora.
Mientras se caen todas las caretas y el sistema vomita sus horrendas entrañas, tras veinte años de chavismo que ha permeado la sociedad entera, a los venezolanos nos encuentra la pandemia, organizados, disciplinados, con la consciencia colectiva despierta, con la solidaridad a flor de piel. No encuentra la pandemia con herramientas poderosas para cercarla, con gente que no teme llegar al fin del mundo para detenerla, con aliados que la han vencido. Nos encuentra preparados para cercarla y derrotarla.