La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) sin duda tiene todos los “méritos” en el actual escenario político nacional, pues de no ser por su formación, Venezuela no hubiese tenido la oportunidad de contar con los liderazgos fascistas de Julio Borges, Juan Guaidó y el ilustre huésped de la embajada Chilena: Freddy Guevara.

 

Este “dirigente” que también se forjó en la lucha por la telenovelas de RCTV, llegó a su posición, gracias a la falta de liderazgos jóvenes en las filas de la oposición, saltando del sofá de su casa a la concejalía metropolitana (2008) y posteriormente a la Asamblea Nacional (2015), donde además de jugar Pokemón Go, llegó a la vicepresidencia para prestar vehículos oficiales para el transporte de drogas, las mismas que públicamente admitió consumir.

Tercero en la sucesión del trono del Voluntad Popular, llega a la secretaría del partido luego de la aprensión de Leopoldo López por golpista y la huida de Carlos Vecchio por cobarde, asumiendo la honrosa tarea de desestabilizar el país en 2017, acción que le costó la inhabilitación política y la acusación formal por instigación pública y otros delitos.

 

Como buen «héroe» de la oposición, no se podía quedar sin la “condecoración” de perseguido político, esa que les ha permitido muchos tapar sus delitos, razón por la que decide “asilarse” en la embajada Chile, donde permanece hasta ahora.

El rey del teclado

Valiente para esconderse en cuatro paredes y tras la pantalla de un teléfono, Freddy “Marihuanita” Guevara, como muchos lo conocen, está haciendo lo que mejor sabe hacer: nada, lo cual parece una habilidad inherente los militantes de voluntad popular.

Dos años de vagancia comienzan a dar frutos, el entrenador Pokemón ha evolucionado y ahora se ha convertido en todo un guerrero del teclado, que además de adular al gobierno norteamericano y de defender el “gobierno” de fantasía de su amigo Juan Guaidó, paradójicamente demuestra ser un ferviente seguidor de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello al comentar cuanto anuncio hacen por sus redes sociales.

Sin duda la embajada chilena nunca había tenido un huésped de esta altura (1.75cm) capaz de sobrevivir (cual parásito) tanto tiempo en la política, sin tener un solo mérito que lo vincule al pueblo.

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