Las raíces abrazan la vida a la tierra misma. Sin raíces todo se seca, también la historia.
La Revolución Bolivariana es tierra fértil y es que nació de un árbol fijado en las ideas (que son historia) de Ezequiel Zamora, de Simón Rodríguez y de Simón Bolívar. Chávez escogió las semillas, y debajo de un Samán las regó en un juramento.
“De Yare hacia Miraflores: el mismo subversivo”, titula el libro – entrevista de José Vicente Rangel al Comandante Chávez. Y fue en Yare, donde con su alma y su mano zurda, el Comandante escribió “El Libro Azul”, sustento filosófico de este camino terco y radiante que insistimos cabalgar junto a él desde el 4 de febrero de 1992; y que determina la coherencia de un hombre que fue siempre un mismo tronco en palabra, pensamiento, acción y trascendencia.
Y es que más allá de palabras, Chávez levantó en su propia espada la acción Revolucionaria de estos tres combatientes. Este libro dibuja “El Árbol de las Tres Raíces”.
“Este proyecto ha renacido de entre los escombros, y se levanta ahora, a finales del siglo XX, apoyado en un modelo teórico – político que condensa los elementos conceptuales determinantes del pensamiento de aquellos tres preclaros venezolanos, el cual se conocerá en adelante como Sistema EBR, el Árbol de las Tres Raíces: la E de Ezequiel Zamora; la B, de Bolívar y la R, de Robinson. Tal proyecto, siempre derrotado hasta ahora, tiene un encuentro pendiente con la victoria” Comandante Chávez, El Libro Azul.
Chávez es llanero, y si por algo se conoce el sentir de un llanero, es por sus cuentos.
En ellos fijó el empeño de nombrar las grandes historias y también lo sublime del patio de la abuela, el nacimiento de sus dos Rosas, de Gabriela y de Huguito, las historias del patrullero, su maestra y su ilusión pura de niño enamorado; y también de Ezequiel Zamora, de Bolívar y Simón Rodríguez.
A Bolívar, lo recuerda desde el poeta Andrés Eloy, y desde el amor del pueblo que fue convocado por él y quedó marcado a lo largo de siglos:
“Y los viejitos se reían y hablaban de Bolívar. ¿Por qué se reían?. El poeta termina descifrando la incógnita. Al final dijo uno de los viejitos: “Miren lo que dicen estos, dicen que era alto, dicen que era fuerte, dicen que hablaba grueso” No. Era chiquitico, era flaquito, tenía la voz chillona y fastidiosa”. Y dice uno al final: “!Carajo!, pero se nos metió en el alma y nos hizo libertadores”.
A Zamora lo nombra con orgullo de quien está impregnado en su propia sangre, y es que su abuelo anduvo en esos parajes montado a caballo luchando junto a Ezequiel, por las tierras y hombres libres. Así le contó su abuela:
“Claro, ya estaban las velas prendidas o lámparas aquellas de kerosene, y la abuela lista con sus cuentos. Y uno la buscaba: Abuela, échanos los cuentos. Y ella hablaba de un cabo Zamora, y de un Chávez, abuelo de ella, que se fue con el cabo Zamora y no regresó más nunca…Esas son las leyendas, esos son los cuentos, pero que vienen de las propias raíces”.
Chávez es también maestro, y recuerda a Simón Rodríguez en la firme esperanza, en el proyecto que surge de la creación, de la memoria y saber del pueblo organizado para la vida:
“Simón Rodríguez…el loco estrafalario que murió anciano deambulando como el viento por los pueblos…quien inyectó gran parte de las ideas revolucionarias a Simón Bolívar…Aquel Simón Rodríguez que llamaba a la construcción de un modelo de economía social y un modelo de economía popular…Ese “viejo loco” para los burgueses de la época que andaba recogiendo niños ya anciano y abandonado y que quería y que decía: “los niños son las piedras del futuro edificio republicano, vengan acá para pulir las piedras para que ese edificio sea sólido y luminoso”. Aquel viejo que ya al borde de la tumba se dedicó a construir velas y cuando alguien le preguntó: ¿qué hace usted construyendo velas maestro? Dijo, “es que no consigo otra forma de darle luces a la América”, esa es otra raíz fundamental profunda y filosófica dentro de nuestro planteamiento ideológico.
Chávez es un árbol. Fruto y semilla de la Patria que sigue naciendo cada día, en batalla perenne contra quienes quieren opacarla en el intento de arrastrarla al silencio de los siglos. No pasarán. Chávez es pensamiento que nutre siempre esa batalla y que da a la fuerza de la historia razones para seguirla cabalgando juntos y juntas. Nosotros y nosotras nos fundimos en Chávez, vivo ejemplo de la raíz que nos nutre. De allí, que Chávez, como él mismo lo afirmó, es un pueblo. Somos todos y todas en acción diaria, esperanzadora y convencida de la victoria. Chávez es raíz de la Patria.