Viña del Mar: otro escenario de protesta

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Ciertamente, no existe ningún escenario de la vida humana que no esté cruzado por la política. Incluso quien se manifiesta apolítico plantea una ética de la vida y su comportamiento hacia lo público. El arte es una de las dimensiones donde más se manifiesta la política, a veces en silencio y otras de manera directa.

La política puede entonces surgir en cualquier escenario. Y esta vez, el certamen musical más importante de Latinoamérica conocido como “Festival de Viña del Mar”, se vio inundado por un mar de voces que desde hace meses vienen coreando a favor de una transformación política en Chile.

Si algo ha caracterizado las tensiones en este país del Sur, es el protagonismo de la juventud. Esto le ha dado un sentido distinto al activismo conocido históricamente, y es que para los jóvenes de Chile cualquier escenario (juego de fútbol, conciertos, marchas, reuniones, fiestas, entre otras) y cualquier forma de expresión (canciones, pinturas, murales, teatro); ha sido propicio para manifestarse.

Esa juventud, libre del miedo de la dictadura pero condenada a vivir en la esclavitud del modelo neoliberal, ha crecido bajo unas condiciones de vida que les plantea que el agua es un bien privado, que su ingreso debe “ayudar” durante toda la vida al sector privado a través de los créditos, y que sólo unos pocos tienen el derecho a pagar por recibir la segunda educación universitaria más cara del planeta.

Razones suficientes para salir en multitudes, como lo hicieron el 18 de octubre de 2019, cuando comenzó la protesta contra el aumento del pasaje del metro y terminó cubriendo el sistema de salud, educación, transporte y más allá de esto, la exigencia de una nueva Constitución.

El gobierno de Sebastián Piñera ha ofrecido a cambio: 23 mil personas detenidas, 253 heridos con bombas lacrimógenas, 405 personas con lesiones oculares (pérdida del ojo), 2.063 heridos por disparos de carabineros, 1.080 acciones judiciales de las cuales 770 son por violencia sexual (desnudamientos, amenazas, insultos y cuatro violaciones), 158 querellas por homicidio frustrado y 17 por homicidio, 21 querellas presentadas por torturas y por tratos crueles, y otras 21 por lesiones.

La derecha teme a la voz de los pueblos. Por eso, el ejército israelí combate niños, jóvenes y ancianos con armas de guerra, el gobierno de Estados unidos condena a cadena perpetua a niños y niñas inmigrantes en cárceles, el gobierno de facto de Bolivia enfrenta a las mujeres de pollera con bombas, balas y ballenas. Y el gobierno de Sebastián Piñera, instala grandes despliegues de seguridad en marchas pero también en festivales de música.

A pesar del intento de restringir el acceso de pancartas a la Quinta Vergara, disminuir las imágenes del público para los medios de televisión, desplegar helicópteros y efectivos militares; la voz de la juventud y el pueblo de Chile se hizo escuchar en este festival, sobre todo a través de las redes sociales y también en la voz de algunos artistas.

En medio de este escenario, vuelven las protestas: el próximo 2 de marzo se realizará una gran movilización y cacerolazo, jornada denominada «Super Lunes». El 5 y 6 de marzo habrá manifestaciones en la Estación Central y en Macul, y el 8 de marzo en el marco del Día Internacional de la Mujer está convocada “la marcha más grande”.

A la espera de las elecciones del 26 de abril en Chile para votar por una Constituyente, Piñera se balancea en una triste realidad: contar con apenas un 8% de aprobación por parte de su propio pueblo.

 

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