Trump no existe

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La oposición está incapacitada para hablar de Trump. Padece ante el megalómano de un fenómeno llamado disonancia cognitiva. Imposible hablar bien de un energúmeno inestable y malcriado, pero tampoco se puede hablar mal porque es el que paga y en el fondo le fascina ese relumbrón vacío, el modelo de sus dirigentes, que quieren ser como el farolero.

¿Qué hace una rata de laboratorio cuando la someten a estímulos contradictorios —un choque eléctrico y un bocado suculento, por ejemplo? No hace nada, se paraliza confundida. Un ejemplo clásico de disonancia cognitiva es el de la zorra ante las uvas altas. Le apetecen pero no las alcanza, decide entonces que están verdes. O El Chavo cuando le niegan algo y entonces declara displicente: —Al cabo que ni quería… Por eso la oposición jamás menciona siquiera al anaranjado. Pregúntales y tocarás su silencio.

Otra cosa sucede con los red recks gringos que lo aman: es su héroe, su modelo, quieren ser como él: rico, consentido por el aparato financiero, exitoso, impune, descarado, desvergonzado, atorrante, caprichoso, arbitrario, poderoso, vanidoso, soberbio. Hay un porcentaje estructural en la cultura gringa que anhela ser así, poniendo la boca como una trompeta para proferir sus demasías, llevando los pelos cual Boris Johnson, el otro anaranjado, una etnia novísima que está brotando en el mundo anglosajón, descrita por la antropóloga Llanfrancis Colina.

Por el otro lado del espectro está Obama, un negro malvado que por negro se creyó que sería benévolo. Pero en su primer año de gobierno cometió más crímenes que Bush en ocho. Es el presidente que más gente de piel oscura ha matado. Por eso escribí en ese entonces: “Regresa, Bush, estás perdonado”. Curioso: es hijo de un blanco y una negra y decimos que es negro pero no que es blanco.

Es que en nuestro racismo si alguien mezcla genomas blancos con negros decimos que es de “raza” negra, como la Meghan Markle, la duquesa renegada. Por eso el racismo del sur de los Estados Unidos tiene un apotegma innegociable: “Una gota de sangre negra te hace de sangre negra”. La humanidad está en disonancia cognitiva ante ambos. Solo la izquierda atina a parapetarse contra ellos. La derecha impotente no sabe qué decir. Háblame.

Roberto Hernández Montoya

@rhm1976

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