El Cucutazo del 2019 representó retos y triunfos, fue un año de desafíos y ataques, de lágrimas y de frustración, pero también de abrazos y alegrías. Ese año Venezuela vivió una ruleta rusa de emociones y de experiencias que marcaron la historia, derrumbaron manipulaciones y se plantaron firmes las convicciones entre sus protagonistas.
Se limpiaron las aceras y se definieron los bandos, los que estaban dispuestos desde una tarima con cámaras y show a vender la Patria y quienes estaban dispuestos con los pies bien puestos en la tierra, en unión cívico-militar con piedras en las manos y más resteados que nunca, a defenderla y no permitir que la invadieran con gandolas llenas de mentiras.
5 años han pasado y la desfachatez de algunos sigue rondando con su cara de tabla en ciertos espacios prácticamente vacíos. Quizás porque todavía creen que este pueblo es pendejo y caerá en sus fake news. También puede ser que aún no se enteran dónde están los protagonistas de aquel show del Cucutazo y todos los fracasos que le siguieron como en un efecto dominó.
Los acontecimientos que marcaron esos días están signados por la vergüenza, esa de la que carecen algunos que se creen dirigentes de una oposición que se desarma a cada paso y que recuerda esa trama de corrupción y sustracción de 99.100 millones de dólares de la supuesta “ayuda humanitaria”. De sus migajas no surgirán liderazgos que representen a quienes difieren de la gestión actual, que existen como personas políticas y que también merecen respeto.
Protagonistas del show
Dicen que del ridículo no se regresa, sin embargo hay quienes perdieron toda moral y saldo político para continuar en el empeño de desacreditar a un gobierno que, a pesar de bloqueos, sanciones, conspiraciones y más, sigue allí, organizando sus bases, reconociendo el trabajo, haciendo sacrificios para que nadie quede por fuera. Han callado las bocas de quienes no daban un medio por su continuidad y que aseguraban que ya no tenían el respaldo democrático que siempre han querido desaparecer ante la opinión pública.
Las caras que sonrieron esos días del otro lado del puente con sus camisas blancas y dientes blancos ya no quedan casi, muchos perdieron las tarimas otros hasta la vida misma. Sin embargo ahí quedaron los videos en las redes para atormentarlos con sus fracasos a full color y con fondo musical de grandes artistas incluido.
¿Dónde están?
Por allí dicen que el pueblo sigue confiado en el pueblo, sorteando las trampas que le sigue poniendo la derecha, alguna que otra conspiración y guerra psicológica, pero le juega Caribe, le brinca por aquí y no cae en su juego macabro preelectoral. Por otra parte, los que siempre quieren alimentar a su ego se esconden en la negación y en la fijación psicótica de que ganarán, escuchan a una voz que los ensordece diciéndoles que sin ellos no hay juego, así como cuando Kiko se llevaba la pelota en la vecindad del Chavo.
Entonces comienzan a despertar y a darse cuenta que el lado correcto de la historia es el de la verdad, el de la patria, el de la familia y la soberanía. No hay otro. Honrar este proceso que estamos construyendo significa no desmayar en el andar, en seguir resolviendo entre nosotros mismos lo que nos compete como nación, sin injerencia de nadie. Hacer respetar las leyes y que paguen los culpables, sea quien sea y señalar lo que sea necesario mejorar, esa es la clave de la lucha, nunca venderse al mejor postor.
Hoy algunos hasta tienen el tupé de hacer creer que muchos cambiaron de bando y apoyan a quienes siempre se han limpiado la boca después de besar interesadamente algunos cachetes. ¿Dónde están los protagonistas? ¿Alcanzaron sus objetivos? ¿Acaso es posible cambiar de lado al corazón?, porque… que yo sepa, por más puentes que existan, siempre estará del lado izquierdo.