Juicio mediático | Por: Alberto Aranguibel

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Una década le llevó al poder de justicia argentino tratar de meter presa nada más y nada menos que a Cristina Fernández de Kirchner, la más importante figura política de ese país, mediante un proceso judicial en el que, tal como lo reconoce el dictamen emanado esta semana por el tribunal que llevaba la causa, jamás hubo prueba alguna del delito que se le imputaba en el amañado juicio. Apenas uno de los varios que se le han montado.

El origen de la investigación no fue otro que un retorcido titular de un medio de comunicación ultraderechista, que ponía en práctica el formato de la acusación infundada, usual en la manipuladora prensa de derecha, en el que se reseñaba la declaración de un supuesto “informante” (cuyo nombre no se conoció nunca) que decía haber visto unas bolsas negras frente a la casa presidencial durante el mandato de la entonces presidenta y que se deducía (arbitraria e irresponsablemente) eran el producto de una inmensa operación de lavado de dinero en la que ella estaría incursa.

Como no aparecieron jamás, la mediática de la derecha se dedicó entonces a determinar la ruta que habrían tomado, dando así pie a la causa conocida como La Ruta del Dinero K, que consistía en mover cielo y tierra en la búsqueda de dichas bolsas.

Durante una década se titulaba a diario con ese nombre (La Ruta del Dinero K) dando por sentado que la comisión del delito no estaba en discusión, porque para la prensa eso era un hecho. Que de lo que se trataba era de establecer a dónde habría ido a parar el dinero.

Se gastaron incontables recursos en la búsqueda de una plata que no existía, para convencer así a los argentinos de que su lideresa era toda una delincuente. Alquilaron maquinaria pesada para hacer excavaciones en distintos lugares. Casi derribaron su casa perforando las paredes en la absurda pesquisa. Recorrieron el mundo buscando cuentas en bancos offshore. Apelaron a decenas de “arrepentidos” que es la insólita figura del derecho argentino que consiste en la imputación y encarcelamiento contra cualquier persona, que será dejada en libertad solamente si admite arrepentirse de participar en el delito que se le impute y acusa mediante declaración al funcionario o funcionaria que el tribunal le señale.

Todo un juicio mediático.

 

ALBERTO ARANGUIBEL

@aranguibel

ÚN.


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